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Simbolismo

Coincidiendo con la salida a la luz del gabinete de Ximo Puig, la Guardia Civil condujo a la sombra al expresi Olivas. Al haber estado un año apenas al frente de la Generalitat, los destrozos tuvieron lugar tras la puerta giratoria y, a pesar de haber sido divulgada ya la redada de ex altos cargos de Bancaja y de empresarios, no tuvo hueco entre los asuntos de relumbrón en el Telediario de mediodía de La 1 que fueron la declaración de Sarkozy que ofrendó nuevas glorias a España en el campus de la faes; la renuncia forzada de Chaves y Zarrías a sus escaños y un plubirroportaje alrededor de Rajoy y de su ministro de Economía sobre cómo se hacen las cosas, con las fatiguitas griegas de decorado. La verdad es que viéndolo, no acierta uno a explicarse la necesidad de ningún cambio.

Pero repasando junto a otros planteles que se han constituido, en el nuevo Consell parece que los ha habido. Los socialistas y Compromís han encajado piezas y solo falta comprobar que la acción de gobierno es una, entera y verdadera. Además de con Hacienda, próximos al presidente señalan que su formación debía haberse quedado con la portavocía pero teniendo en cuenta que cualquiera calla a la vice, Puig debió ver la batalla inútil y cedió. Si alguien arrebata en su día a Lola Flores el tarantrero, lo único que habría conseguido es un mayor zapatetao. A un repescado de la era Lerma le ha caído el bou embolat. Vicent Soler es un tipo majo y un economista razonable con la virtud de haber estado en la casa, pero desconocedor del paño tributario. La clave, pues, para una gestión que nos saque del lío en el que andamos estribará en que a la Dirección General de Presupuestos llegue alguien con el colmillo bien retorcido. Y, como tampoco estamos para mucha fiesta, si no pone tanto como Varoufakis, qué le vamos a hacer.

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