Cuando un buen día del año 2006 un pequeño grupo de ciudadanos indignados, abandonados por las autoridades, engañados en su desgracia, decidió no doblegarse y no permitir que les humillaran como víctimas del accidente más deplorable, no eran conscientes de que, unos años más tarde, conseguirían llenar la Plaza de la Virgen con ciudadanos dispuestos a apoyar sus reivindicaciones. Víctimas como nosotros de unos gestores incompetentes, de la justicia por jueces antijusticia, de nuestros gobernantes escondiendo la cabeza y permitiendo injusticias cuando no colaborando en ellas, de técnicos con estómagos agradecidos y cobardes...

Largo y penoso ha sido el camino, las zanjas y trampas que abrieron a nuestros pies, pero no hemos sucumbido. Más bien nos fortaleció este entrenamiento forzoso. Y como dice un refrán beduino: «Los más valientes guerreros serán derrotados si no disponen de un guía que sepa conducirles en el campo de batalla». Nosotros tuvimos dos. Un Enric que organizó y dirigió este grupo en aquellos momentos desesperados cuando no sabíamos muy bien donde íbamos. Y Beatriz, una presidenta que tomó el testigo y ha sido cabeza visible de la dignidad de este grupo que con su representación y guía ha llegado a conseguir que la Asociación de víctimas del metro 3 de julio se vea como un grupo de indomables ciudadanos, dispuestos a demostrar que, cuando se lucha por algo que es justo, hay que llegar hasta al final demostrando que la ciudadanía «¡sí puede!».