Mientras la derecha anuncia el advenimiento del cataclismo radical, el nuevo gobierno valenciano que preside el socialista Ximo Puig ha traído el cambio razonable con rostro de persona.

El cambio político ha llegado sin tardanza, con medidas que abordan la emergencia social (apertura de comedores escolares en verano), paralizan el maltrato colectivo (reversión del copago), inician la reparación moral y la dignificación de las instituciones (nueva comisión de investigación del accidente del metro), devuelven al ámbito del diálogo proyectos señeros (Cabanyal) y canalizan las justas aspiraciones de todo un pueblo (génesis parlamentaria para reabrir RTVV). El cambió llegó con el primer pleno del Consell. Gestos y medidas coinciden. No se prometerá nada que no se pueda cumplir. Con transparencia, también cuando se equivocan (los móviles de les Corts).

Junto a las medidas a corto plazo, se implementarán otras de calado estratégico, como un nuevo modelo económico sostenible que apueste por el empleo de calidad y minimice la precariedad laboral existente, que es, como tiene escrito en estas mismas páginas Gonzalo Pino, secretario general de UGT-PV, «la pobreza de nuevo cuño». Como ayer, cuando gobernaba el Partido Popular, la financiación autonómica de la Comunitat Valenciana es claramente insuficiente y discriminatorio el nivel de inversiones practicado por el Ejecutivo de Rajoy. Ahora, la gran diferencia estriba en que el nuevo Consell progresista tiene como prioridad absoluta escuchar, dialogar y atender a las personas. Un GPS imprescindible para acertar en el camino y priorizar las inversiones.

Son tantos los problemas heredados tras los malos gobiernos del PP, tantas las heridas sociales abiertas, que la agenda reparadora del nuevo Consell concita la expectativa esperanzada de numerosos colectivos. Por eso es tan importante el compromiso de transparencia del Gobierno valenciano a la hora de explicar el timing de la posible solución de los problemas y hacer viable la «nueva complicidad al servicio de la ciudadanía» que el president reivindica.

El gran problema de la corrupción, baldón sistémico que el PP descargó sobre la Comunitat, es que destruye la libre competencia, malversa las energías y aleja a los ciudadanos de los ámbitos de decisión política. Por el contrario, el diálogo, la equidad, la justicia social y la transparencia sirven para cohesionar y devolver la autoestima colectiva. La unidad de los valencianos, con independencia del sentido de sus votos, como defiende el president Ximo Puig.

Tras el amago de cortesía, el modélico traspaso de poderes y el ofrecimiento de consenso por parte de Alberto Fabra „un dirigente menguante y en retirada hacia el Senado„ el auténtico PP valenciano, con Isabel Bonig al frente, se prodigará muy poco en echar una mano. El auténtico apoyo vendrá, en forma de reivindicaciones justas , de los que votaron el cambio, el nuevo tiempo que ha llegado.