Desde el poder hay mucha tendencia a esa frase tan contundente que reza «o yo, o el caos». Hasta la Cancillera alemana utilizó ese argumento para convencer a su parlamento de la tan llevada y traída ayuda a Grecia. Que no es una ayuda, es un préstamo de usureros que quieren garantías sin importarles ni las situaciones extremas, ni las personas. Ya se ha repetido que a Alemanía se le trató de una manera diferente cuando tenía problemas que otros entendieron. Entendieron lo que ella no entiende ahora, cuando utiliza la ley del embudo, que es la imposición pura y dura, el argumento de «no hay otra solución».

Y eso es triste, además de falso. El caos no está tan mal, si entendemos lo que significa. Saramago, en su novela «El hombre duplicado», dice algo estupendo: el caos es un orden por descubrir. En el fondo, el caos es aquello a lo que no nos atrevemos, por ignorancia, por miedo, o por interés, casi siempre. El caos es una posibilidad sin experimentar, eso es. Y que otra Europa es posible, no cabe duda. Que hay otra manera de gobernar, resulta obvio. Que podemos entender en lugar de imponer, es evidente. No lo harán los que están ahora subidos al pódium del poder, los que amenazan con los ojos cerrados a cualquier otro horizonte. Ellos están deshabilitados, pero esa es la oportunidad de los que están en el otro platillo de la balanza. Es el momento del experimento.

Y es que ahora hemos entrado en el siglo XXI, no en 2001. El cambio de milenio se produce en este momento, cuando la crisis global ha aparecido en toda su dimensión y las opciones diferentes alzan la voz, acampan en las plazas, conquistan las urnas. Mientras, los de siempre recurren a argumentos contaminados, el caos (bendito caos), la falta de experiencia (cuando su rimbombante currículo nos ha llevado a la ruina), el miedo (son ellos los que tiene miedo a perder sus privilegios) o el milagro económico español (ricos más ricos, y pobres más pobres, una multiplicación que desangra).

Por eso el caos, en realidad, es una oportunidad para levantar la cabeza, para buscar alternativas, para progresar con opciones diferentes, no con las de siempre.