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Hechos, no palabras

Si las acciones hablan más fuerte que las palabras, habrá que concluir que en el mes escaso que Ximo Puig lleva al frente de la Generalitat su prioridad fundamental es la economía. Una obviedad, dirán ustedes, que no en vano todas las encuestas señalan que el paro es el problema más importante para los valencianos. Pues sí. Pero en política no siempre los problemas más obvios son los prioritarios. Ahí está el presidente Mariano Rajoy ocupadísimo en contarnos lo bien que va la economía y la creación de empleo bajo su sabia y prudente mano y, en cambio, no se esfuerza nada en encontrar una solución a ese grave problema que se llama Cataluña y que sin duda es el desafío más importante al que se enfrenta la sociedad española después del desempleo. Pero a Rajoy parece que le basta con apelar a la legislación vigente. A diferencia del Rey, quien desde que llegó al trono no hay mes que no se dé una vuelta por los territorios catalanes, Rajoy decididamente ha renunciado a la política para solucionar el conflicto más grave al que se enfrenta España desde la transición. Vamos, que para los políticos los problemas más importantes no son siempre los que más tiempo les ocupan.

En estos 30 días las redes sociales han estado muy activas debatiendo sobre la necesidad de una reapertura inmediata de RTVV o sobre la conveniencia o no de una coalición entre Podemos y Compromís ante las inminentes elecciones generales. Temas los dos muy relevantes, pero que interesan a sectores muy concretos de la sociedad. Puig nada tiene que decir sobre los acuerdos intrapartidarios de formaciones ajenas a la suya, aunque lo que ocurra en las generales de noviembre tendrá repercusiones sobre su Gobierno. Por el contrario, de RTVV tiene mucho que decir porque mucho prometió en la campaña electoral y ahora comprueba como su voluntad política y la de sus socios se estrella contra una situación jurídica mucho más compleja de la que creía. Debería haberlo pensado antes de prometer lo que ahora le va a costar cumplir.

Estas cuestiones aparte, más significativas me parecen las reuniones que el presidente de la Generalitat ha mantenido con Juan Roig. La imagen del empresario más importante de la Comunidad Valenciana con Puig cobra un especial significado porque fue el primer contacto oficial que se produjo en el despacho presidencial al más alto nivel; que el segundo fuera con el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, no fue menos relevante. Mercadona y el máximo responsable de la extinta Bancaixa son claves para la recuperación económica. Sin inversión y sin créditos para la pequeña y mediana industria va a ser muy difícil salir del pozo y aún más el cambio de modelo productivo al que se han comprometido los tres partidos firmantes del «Acord del Botànic». En esa línea hay que entender el tercer contacto con el presidente de Cierval, José Vicente González, y los secretarios generales de CC OO, Paco Molina, y el de UGT, Gonzalo Pino, en el que se establecieron las bases para el gran pacto que Puig lleva anunciando desde mucho antes de la campaña electoral. Una suerte de «Pactos de la Generalitat» en el que participen todos los partidos y representantes de la sociedad civil a favor de la reforma de la financiación autonómica y la concertación social que deberían materializarse en el mes de octubre. Desde presidencia del Consell advierten que «a diferencia del acto que celebró Alberto Fabra en el Veles e Vents, nosotros sí daremos a conocer quienes apoyan estos acuerdos». La maldad radica en que el PP nunca hizo públicas las entidades que supuestamente aquel compromiso. Habrá foto, pues. Y allí se verán tanto las presencias como las ausencias. Una posición incómoda para el PP.

Las reuniones siguieron con un encuentro con los directivos de la Ford, la presencia, junto a lo más significativo de la patronal española, en la reelección de José Vicente González como presidente de Cierval y mañana tiene previsto un encuentro con la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE). Es previsible que estas entrevistas sigan con las cámaras de comercio y con las diferentes patronales provinciales. Parece claro que la economía y la discriminación de la Comunidad Valenciana por parte del Estado en financiación autonómica e inversiones son los dos temas prioritarios en la agenda del presidente de la Generalitat en estas sus primeras semanas de mandato.

Facta non verba es un aforismo latino que significa que los hechos son más importantes que las palabras. Y hechos fue lo que anunció el reelegido presidente de la Cierval en el discurso de aceptación del cargo. Hechos que caso de materializarse no le van a granjear demasiadas simpatías en las organizaciones empresariales de Alicante y Castellón. Afirmar que las empresas son más importantes que las organizaciones debería ser axioma para todos los empresarios, subrayar la conveniencia de modernizar Cierval y las organizaciones provinciales para producir sinergias es lo mismo que pedir la racionalización de la administración pública para evitar duplicidades; pero hay quien no parece querer entenderlo. González concluyó su intervención con un símil marinero referido a la situación económica. «Ha pasado la tempestad y el mar empieza a estar navegable». Me temo que hay amenaza de marejada en el sur y en el norte. Es lo que tiene el pasar de las palabras a los hechos.

Boluda y el poder valenciano

En una entrevista publicada el pasado domingo en Levante-EMV el presidente de AVE, Vicente Boluda, se quejaba amargamente de que desde Fernando Abril Martorell no ha habido ningún político valenciano con peso en Madrid. Considerar a Abril Martorell como un político valenciano es mucho considerar, el mismo se definía como segoviano. Pero sugerir que Abril benefició los intereses de la Comunidad Valenciana ya es una temeridad. El de Picassent, porque cierto es que nació allí, fue una de las influencias más nefastas para los valencianos. Durante su vicepresidencia Valencia fue el escenario de un enfrentamiento civil único en la transición española y no consta que hiciera nada por evitarlo, sino más bien lo contrario. Políticos valencianos que realmente trabajaran en beneficio de la Comunidad solo recuerdo dos: Vicente Albero, durante su periodo de ministro de Agricultura, e Inmaculada Rodríguez Piñero, desde la secretaría de estado de Fomento. Hubo más, claro. Pero todos ellos trabajaron para el Gobierno de España, no digo que olvidaran su tierra, sencillamente tenían otras prioridades. Pero Abril y su amigo Alfonso Guerra tuvieron otras: impedir que el País Valenciano existiera. Así de simple. Boluda debería saberlo.

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