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No es tv para hipsters

Una maldición impide que las mejores series internacionales triunfen en nuestras televisiones generalistas y el fenómeno no es nuevo ni admite apenas excepciones. True detective ha pasado con desapercibida pena por la programación noctámbula de La Sexta mientras Cuatro no se ha molestado siquiera en terminar la cuarta temporada de Homeland de madrugada. La ha eliminado de la parrilla aunque la repescará Energy más adelante. Ya si eso, como dicen ahora. Son dos de los últimos ejemplos de una realidad incontestable: la tele en abierto no es para hipsters.

Los cazatendencias del audiovisual habitan en internet y la televisión de pago mientras las grandes cadenas en abierto ignoran o maltratan las recomendaciones de los seriéfilos. Dudo si fue antes el huevo o la gallina, la falta de fe en las perlas audiovisuales o su falta de aceptación mayoritaria. El último gran fenómeno, Juego de tronos, es carne de Canal +, donde emiten los nuevos capítulos a la vez que se estrenan en Estados Unidos. Solo así, minimizando esa distancia, se pone una puerta al campo del pirateo en internet.

La única gran serie norteamericana del siglo XXI que recuerdo haber seguido en una televisión generalista fue gracias a La 2, cuando era para una inmensa minoría. Allí descubrí la magia de A dos metros bajo tierra aunque se impuso la lógica y me perdí en algún momento, obligándome a redescubrirla años después en DVD. Lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible. Los hábitos de consumo audiovisual se alejan cada día más de la serie tradicional, la que imponía un capítulo a la semana, 13 por temporada y al año que viene, más. Tampoco la paciencia es la principal virtud de estos tiempos.

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