Casi todo lo ocurrido con Ràdio Televisió Valenciana fue insólito. No lo fue que cientos de trabajadores se vieran en la calle; eso sucedió en otros medios. El desastre anunciado por los manejos corruptos del PP se había plasmado a finales de 2013 en un despido colectivo cuando el asunto tomó un rumbo extravagante. Una sentencia anuló el ERE y Alberto Fabra hizo saltar por los aires la operación. El millar de despedidos se transformó en 1.600 y de un cambio de modelo se pasó al fundido a negro.
Cuando Fabra echó el cierre, el PP emprendía la disolución de la antigua RTVV para crear otra con franjas de programación privatizadas. También decidió cerrarla. De ahí que el nuevo Consell haya heredado dos empresas en liquidación y varios recursos judiciales, entre otros el de los socialistas ante el Tribunal Constitucional y el de CGT contra el ERE pactado al final por CC OO, Intersindical, USO, CSIF y UGT. Lo más insólito fue que el valenciano se convirtió en el único gobierno autonómico en renunciar a la competencia del servicio público de comunicación. ¡Todo un logro!
El flamante comisionado de la Generalitat, José María Vidal, profesor de Derecho Constitucional y sin duda el experto adecuado para una misión tan compleja, ha empezado a estudiar cómo poner en marcha una radiotelevisión pública plural, en valenciano y de calidad, sometido a una doble presión. Por un lado, la del 9 d´Octubre como fecha del inicio de emisiones, una promesa que los hoy presidentes del Consell y las Corts, Ximo Puig y Enric Morera, deberían haberse ahorrado. Por otro lado, la reivindicación de los extrabajadores de RTVV de volver a la casilla de salida.
Con el argumento de no incurrir en un supuesto de sucesión de empresas sobre el que discrepan los juristas, los exempleados coinciden con la Mesa Sectorial de l´Audiovisual Valencià, que aboga por «revertir con la máxima celeridad posible el cierre y la liquidación ordenadas por el gobierno del PP». Si la reivindicación parece comprensible para los trabajadores, no está nada claro que sea buena idea meter al nuevo Consell en el cenagal del viejo Canal 9, insostenible con su desmesurada plantilla, en un regreso al pasado que le haría responsable de los inevitables despidos. La Unió de Periodistes Valencians, en otro documento, propone una Corporació Valenciana de Mitjans Públics de nueva creación cuya selección de personal tenga en cuenta a quienes proceden de RTVV, como prevé el ERE de extinción.
Revertir la liquidación, „o más bien, «las liquidaciones»„, tiene una lógica más laboral que profesional, política o ciudadana. «Els treballadors no som els culpables», defiende con razón el colectivo de despedidos. Pero cuando la presidenta de la asociación de víctimas del accidente del metro, Beatriz Garrote, recordó a los profesionales de la cadena la censura a la que fue sometida su lucha, la presidenta del comité de empresa de RTVV, Salut Alcover, en un emotivo gesto, pidió disculpas porque «no encontraron en Canal 9 su televisión ni en Ràdio 9 su radio».
Por lo demás, se depuran en el ámbito judicial responsabilidades de una gestión que acumuló 1.200 millones de deuda. Una juez de Paterna investiga a exdirectivos como José López Jaraba o Lola Johnson a raíz de una denuncia de Compromís y una pieza del caso Gürtel involucra a Pedro García, exdirector general, en el saqueo del dispositivo para la visita del Papa a Valencia en 2006. Sin olvidar que el que fue secretario general, Vicente Sanz, está encausado por acoso sexual a tres trabajadoras. Son síntomas de una resaca que solo mitigará una nueva RTVV sin mercenarios, ni manipulaciones, una cadena pública decente, para toda la sociedad, basada en una mayoría parlamentaria lo más amplia posible. Durante la pasada legislatura, la oposición avaló en las Corts una proposición de ley conjunta alternativa a la del PP, rechazó en bloque en el Congreso de los Diputados el cierre de RTVV y, de nuevo en Valencia, apoyó la iniciativa legislativa popular para reabrirla encabezada por el actual portavoz de Podemos, Antonio Montiel. Son precedentes unitarios que señalan el camino. Dejemos trabajar al comisionado en la hoja de ruta que lo haga posible.
