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José Sierra

Júcar y Cabriel: los ríos aparentes

El río Cabriel baja estos días con fuerza. Cada segundo que pasa, su cauce ve pasar 22.700 litros de agua a la altura de Cofrentes, antes de su encuentro con el Júcar. Casi nada. Con razón un vecino de esta localidad aseguraba hace unos días que «parecía un río del Pirineo». Muy cerca de allí, el Júcar no le va a la zaga, con 15.820 litros por segundo que en parte son derivados hasta el Cabriel para producir energía hidroeléctrica en el salto de Basta. La suma de ambos caudales, bajo el vigilante volcán de Cofrentes y a poca distancia de donde la naturaleza juntó ambos cauces (confluentum) es un río desmedido, casi irreal. Asusta pensar que toda esa agua tiene asignado un destino final que no es la desembocadura en Cullera, sino unos usos agrícolas, industriales y urbanos imposibles de atender si algún día Júcar y Cabriel dejaran de suministrar sus caudales.

Por desgracia no son las tormentas, aunque generosas en los últimos días, las que hacen que el Cabriel aparente ser un «río del Pirineo», sino el agua acumulada en los últimos años en los embalses de Alarcón y Contreras, cuyo descenso de nivel comienza a ser apreciable. Sin estas reservas, probablemente el Júcar andaría seco por Albacete, dado el mínimo caudal que llega desde Cuenca, y el Cabriel llegaría convertido en un hilillo de agua a Cofrentes.

Hace meses que el ciclo húmedo que llenó ambos embalses ha mudado a un periodo seco que está mermando los manantiales que nutren al Júcar y el Cabriel. Este año hay agua suficiente en los embalses. probablemente el año que viene también, aunque el final de campaña llegaría ya muy ajustado si a partir del próximo invierno no aparecen pronto los temporales del Atlántico.

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