Este año el calor no da tregua. Los últimos datos del CIS parecen darle la razón a un Mariano Rajoy más confiado en el bolsillo que en la cabeza de buena parte de los electores. Queda la incógnita de Cataluña en donde, en cualquier caso, la transversalidad del sentimiento de pertenencia continuará produciendo inestabilidad hasta que Madrid sea capaz de analizar el camino transitado por una nación, la catalana, que fue líder tanto en participación como en votos de aprobación en el referéndum de la Constitución Española de 1978.

Pareciera que viene bien este supuesto desbarajuste catalán para que el bipartidismo recupere su endeble posición, bien llamando a la unidad patria de todos los españoles bien desplegando con cierto retraso la enorme bandera nacional. Con estas imposturas, es comprensible que el PSOE no logre remontar el vuelo.

En la Comunitat Valenciana, los resultados de las últimas elecciones manifestaron una apuesta decidida por el cambio. Cambio que significa, como primera obligación, explicar a la ciudadanía cómo, quién y de qué manera se ha gobernado esta comunidad en los últimos veinte años. Qué es lo que se ha hecho para destrozar el tejido institucional, financiero e industrial sin que nadie abriera la boca durante el largo proceso y ahora vengan las prisas por unos pactos salvadores. Nos sorprende, o les sorprende a algunos, el desprecio y abandono del gobierno central hacia una comunidad que se ha destacado por su corrupción, por el derroche injustificado y el por el silencio innoble de los que ahora se sienten ofendidos.

Comenzamos a ver los cambios instalados en el miedo para que nada cambie. La Comunitat Valenciana recuperará el respeto cuando sus gobernantes sean capaces de aflorar de las alcantarillas la suciedad acumulada. No parece que el presidente Ximo Puig esté por esta labor, cosa que es probable que el PSOE lo siga pagando en las próximas elecciones generales. Compromís sigue manteniéndose en ascenso aunque tendrá que seguir la senda que le ha dado hasta ahora un buen resultado. Quedar a la sombra del PSOE y admitir su borrón y cuenta nueva desanimará sin duda el espíritu y la ilusión de sus votantes que vieron en su atrevimiento y en su valencianismo político la oferta necesaria para que la Comunitat Valenciana recupere su identidad, sus valores y su respeto.