Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Julia Ruiz

El enredo del PP en RTVV

La presidenta del PP, Isabel Bonig, evidenció el miércoles las contradicciones internas que acechan al PP respecto a la reapertura de RTVV. Bonig, exconsellera del Gobierno de Fabra y cooperadora necesaria en el cierre de Canal 9, sorprendió a propios y extraños al amenazar con ir a los tribunales si Puig ejecuta sus planes de reanudar el 9 d´Octubre las emisiones. Acto seguido, Bonig instó al presidente a cumplir su compromiso de reabrir la tele con los 1.600 trabajadores de la plantilla de antes del ERE. La incoherencia salta a la vista y es consecuencia de las paradojas a las que se enfrenta el PP a la hora de abordar un asunto que, además, tiene para sus dirigentes un fuerte compenente emocional.

Es sabido que el cierre de TVV fue una decisión muy personal del expresidente Fabra, una medida que adoptó en contra de la opinión de la mayoría de partido y de su propio Ejecutivo. Que nadie se lo discutiera o que los 55 diputados que conformaban entonces el grupo apretaran con docilidad el botón del sí al apagón no cambia la realidad de que a unos y otros les pareciera un error garrafal. No en vano durante años Canal 9 fue una prolongación de Presidencia de la Generalitat, un intrumento en sus manos. Ahora bien, muchos dirigentes, algunos de ellos todavía en primera línea, como la propia Bonig, sufrieron en carne la airada reacción de los trabajadores despedidos. Fueron momentos de gran tensión para el PP y es sabido que un grupo refuerza su identidad ante un ataque externo. De ahí que aquel clima exhacerbado contra Fabra actuará durante un tiempo como elemento de cohesión para el PP.

Tras las elecciones y la expulsión del poder todo ha cambiado. A los populares se les sigue considerando responsables del cierre, pero ahora el todavía influyente comité de empresa de RTVV empieza a ver como enemigos a quienes en campaña prometieron una cosa y ahora no pueden cumplir. Ante la nueva situación, el PP tendrá que analizar con sosiego qué posición tomar. Puede seguir poniendo palas en las ruedas, ponerse de perfil o, en un ejercicio de funambulismo político, tratar de sacar rédito a la situación. La vida está llena de paradojas y no es ocioso recordar que fue el PP el que selló en un papel (el ERE de extinción) la preferencia de los extrabajadores en el caso de una reapertura. Quizá este salvoconducto tenga poca validez jurídica, pero fue el verdugo el que brindó esa esperanza.

Compartir el artículo

stats