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La bondad adictiva

Marisa: «Llega un momento en el que, si las cosas se han desarrollado como deben y los golpes mantienen un delicado equilibrio con las caricias, lo que buscas en los demás es, sobre todo, la bondad. Ojo, no me refiero a esa bondad empalagosa de Disney sin fisuras ni titubeos sino a la que procede de una existencia en la que las batallas perdidas no han servido para generar resentimiento sino para desarrollar comprensión, en la que las decepciones sirven para tener siempre a mano la prudencia pero no para engendrar desconfianza sistemática, en la que no hace falta recurrir al desprecio porque antes te has preocupado por relativizar los daños que puedan causar personas que no merecían nuestro aprecio. Una bondad inteligente, no bobalicona, y que no se sostiene sobre los mandamientos de ninguna religión porque brota de lo más profundo de tu ser, sin esperanzas en conseguir premios en el más allá gracias a las buenas obras hechas en el más acá, que no recurre a la confesión de pecados sin más objetivo que dejar el alma para cometer otros. Una bondad, en fin, espontánea y nunca calculada, que se convierte en fuerza instintiva y no en fortaleza preparada. Hubo un tiempo en el que sólo me atraían hombres que carecieran de esa bondad. Podían tener rasgos positivos, tampoco se trata de demonizar al completo, pero no eran buenas personas y eso se notaba sobre todo en su tendencia a colocar el egoísmo como la piedra angular de su relación con los demás. Ellos primero, sin darse cuenta de que en una pareja no debería haber carreras ni clasificación. Creo, ahora sí, que la bondad es sensual, y adictiva, que no hay nada más hermoso que entregar tu vida a otra persona sabiendo que para ella no habrá nada más preciado y precioso, creciendo a tu lado en lugar de hacerlo sobre ti, o detrás tuyo, que también es una manera de empobrecerse todos. Hay gente atractiva y carismática que es malvada, conscientemente dañina y venenosa, pero no me interesan porque a su lado sólo aprenderé a contemplar su brillo, nunca a compartir el mío».

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