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Martí

Honorable recuerdo a Carles Salvador

El valencianismo será transversal, o no será. La única institución que ha sido capaz de ejercer ese mandamiento ha sido, es y será, la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL). La entidad normativa del valenciano que ejerce el consenso mayoritario, y del que solo se han quedado fuera los dos extremos, los que buscan su subsistencia ante la inminente falta de subvenciones, y los alucinados con el procés catalán que nada tiene que ver con nosotros, los valencianos. Hay que ser justos con la AVL, pues ha desplegado un papel que tendremos mucho que agradecer en el futuro, incluso aquellos como el diputado de las Corts Josep Nadal, líder de la afamada Gossa Gorda y coautor de una letra muy desafortunada contra la Acadèmia. Por eso, es saludable la presencia hoy de Ximo Puig en la inauguración de la exposición Carles Salvador i el seu temps. Será el primer presidente de la Generalitat que asiste a un acto de la AVL después de quince años. Además del valor sustancial de la presencia del máximo mandatario valenciano, la figura de Carles Salvador merece tal honorabilidad. El gramático fue el primer promotor de la normalización lingüística, abrió ya en 1919 la puertas a un uso compartido con el opúsculo El valencià a les escoles y participó en la creación de la Taula de Lletres Valencianes, la plataforma de máximo consenso gramatical que se han dotado los lingüistas de esta tierra y que sigue muy viva. Pero además, superando los años oscuros del franquismo fue lo suficiente hábil para desde Lo Rat Penat mantener activos aquellos cursos de Llengua i Literatura Valencianes por el que muchos valencianos de cuna y adopción aprendieron a escribir en la lengua propia, con su impagable Gramàtica Valenciana, un estudio riguroso. Buenos tiempos, vienen, para el valenciano.

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