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Economía ritual

Una de las cosas más llamativas de la macroeconomía de cercanías „valga la paradoja„ es que desde, la explosión de las burbujas, la deuda pública de España no deja de crecer. No entro, ahora, en la deuda privada. Y eso ocurre a pesar de la glaciación del funcionariado y los recortes en la inversión pública, el abandono de las carreteras (lo comprobé este verano), los colegios en barracones de gulag y la rebaja de los presupuestos de investigación. Claro que los bancos tienen más dinero que antes de 2008. Nuestro dinero. Se entregaron a prácticas de riesgo y no sólo se han pedido, gratis, el tratamiento contra el SIDA: además quieren sala de musculación y vacaciones en Tahití. Todo a cargo de la Seguridad Social ¿Hace falta gente como yo, que no tiene ni idea de economía, para hacer las preguntas pertinentes?

Pues parece que sí. Quizás tenga que ver ese déficit creciente con la irresponsable (y demagógica) reducción de impuestos, también los de transmisiones, y con los infinitos escondrijos para que el gran dinero no tribute. Todo eso no se compensa con las multas de tráfico, ni con los ingresos (para el estado) que derivan de un ligerísimo aumento del consumo (a crédito) en un marco de deflación disimulada. Quizás tenga que ver con lo que dice Houellebecq: «nuestras sociedades llegaron a ese estadio terminal en el que se niegan a reconocer su malestar». O con el subtitulo del nuevo libro del señor Trías de Bes, Fernando: «Lo que el gobierno, empresas, bancos, economistas€no quieren que sepas».

O con lo que decía, no hace mucho Yannis Varoufakis: «Cuanto más irrelevantes son los modelos (de los economistas), mayor es el éxito discursivo de la profesión y mayor poder social consigue». Todo mientras se finge seguir modelos matemáticos „trucados para que un elefante quepa en un dedal„ y los sacerdotes del nuevo culto entonan el Credo a coro y (eso lo dice otro): «desprecian a Marx y, curiosamente, mucho más a Keynes». Como decía Upton Sinclair, «es muy difícil que alguien entienda nada cuando su sueldo depende de que no lo entienda». Y ya vale de economía.

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