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Julio Monreal

L´Horta sigue en un cajón

En las últimas décadas, abundante patrimonio histórico y arquitectónico vinculado a l´Horta de Valencia ha desaparecido. Es como si lo que tiene valor fuera una carga.

Especialistas y ciudadanos en general se lamentan hoy de la pérdida de patrimonio histórico y arquitectónico de l´Horta de Valencia. Decenas de alquerías, molinos, barracas, canales, acequias y otros elementos del paisaje autóctono han desaparecido en las últimas décadas o están en trance de liquidación porque ni sus propietarios se han ocupado de ellos ni las administraciones que deben velar por la preservación del patrimonio han cumplido con sus obligaciones.

Antes al contrario, dueños de algunas de esas construcciones típicas han hecho lo posible para que los ayuntamientos recalificaran el suelo en el que se levantaban a fin de multiplicar su valor. Y algunas instituciones que con grandilocuentes declaraciones de sus responsables se entregaban a importantes esfuerzos de protección sustituían la fértil tierra que produce varias cosechas al año por el hormigón inerte. Ahí están las cocheras de Ferrocarrils de la Generalitat entre Valencia y Alboraia; los campus de Tarongers de las universidades Politécnica y de València; o la ciudad desierta de Sociópolis en La Torre, promovida directamente por la Generalitat Valenciana.

En ocasiones, las instituciones dan un respiro al territorio y adoptan medidas de protección eficaz. El Ayuntamiento de Valencia ha anunciado que renuncia al plan de ocupación de casi 500 hectáreas con nuevos barrios y volverá sobre el casco urbano, a los solares y la rehabilitación de fincas, para garantizar el crecimiento que sea necesario.

Como algunos agentes sociales han señalado recientemente, existió un plan especial de l´Horta que, para su desgracia, nunca se puso en marcha. En algún cajón de la Conselleria de Territorio debe seguir. Hoy todos hablan de la necesidad de protegerla, pero nunca está en las prioridades y poco a poco se muere. Sólo sobrevive la que se cultiva, y cada vez es menor esa superficie. Parece como si hubiera que apostar sólo por lo que tiene valor, como si el patrimonio paisajístico fuera una carga.

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