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El próximo dilema de CompromÍs

La vicepresidenta Oltra dijo haber encontrado en la Generalitat Valenciana (GV) «una situación económica, de degradación moral y desierto financiero» que ha superado sus «temores», y que deja «prácticamente sin capacidad de maniobra al Gobierno para este segundo semestre del año». Sin embargo en las redes sociales gana por goleada el morbo de la futura alianza con Podemos frente a las preocupaciones que afectan a la sanidad y la educación pública expresadas por la vicepresidenta. Espero no decepcionar a los usuarios de estas redes, si desprecio el morbo asociado a la posible pareja electoral y me atrevo a hablar de la deuda, del déficit y del riesgo que corren en estos momentos los servicios públicos que gestiona la GV.

La referencia a Compromis es obligada en el tema de presupuestos anuales. Ellos goza de una especial autoridad moral, ya que hace un año su grupo de Les Corts recurrió al Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV) para denunciar la falta de veracidad del presupuesto que el gobierno de Fabra preparó para 2015. Aunque el TSJCV no entrara en el fondo del asunto y archivara la denuncia con el comprensible argumento jurídico que unos presupuestos son sólo un ejercicio de intenciones y éstas no pueden juzgarse, muchos agradecimos de corazón aquella iniciativa con la esperanza que con un cambio electoral desapareciera la falacia presupuestaria como forma de ignorar la realidad. En la oposición Compromis hizo un análisis corecto de lo que iba a ocurrir como resultados de los Presupuestos 2015 que dejan «sin capacidad de maniobra al Gobierno para este segundo semestre del año». Si se mantiene aquella coherencia los representantes de este grupo político que se sientan ahora en la mesa del Consell van a tener un dilema con el Presupuesto de 2016. Según informó en sede parlamentaria el conseller Soler se prepara un Presupuesto 2016, partiendo de los ingresos que provendrán de un nuevo modelo de financiación autonómica. Unos ingresos totalmente desconocidos a la fecha de hoy, habiéndose dicho a todo quien ha querido escuchar (entre los que se encuentra el presidente Puig) que no habrá nuevo modelo en lo que queda de año. Los parlamentarios de Compromis están ante un conflicto moral de primer orden. El denunciado Fabra no se atrevió a tanta irresponsabilidad como Soler anuncia en temas de ingeniería presupuestaria. En los presupuestos de 2015 al menos se sabía que cifras y que partidas había que discutir y cuales el paso del tiempo ha permitido que podamos denunciar como falsas.

Ahora lo que pretende el Consell es mas engañoso, ya que se limita a poner como hipótesis de trabajo un modelo desconocido, cuya única virtualidad descansa en una declaración que el presidente va a presentar antes de 9 d´Octubre para la firma de quien quiera. Ni un escrito, ni unas pancartas en la procesión cívica dan solvencia alguna para presentar unos presupuestos. De hecho parece que los ingresos presupuestarios se quiere que sean consecuencia de un remedo de las míticas manifestaciones de la Diagonal barcelonesa.

Estamos ante un probable ejercicio de irresponsabilidad, que incluso podría justificar en Madrid que Rajoy no quiera recibir a Puig. Un Presupuesto no se monta con populismos y declaraciones, ya que todo el mundo está dispuesto a poner su firma tras una pancarta que pida más ingresos para él y los suyos. La obligación de un gobernante no puede quedarse en mitinear sobre discriminaciones que repiten en sus respectivos ámbitos Baleares, Murcia, Extremadura y, sobre todo Catalunya, principal actor en este juego de la financiación autonómica que no sabemos dónde acabará. Pasado este episodio el Consell tendrá tanto éxito mediático como falta de dinero tiene hoy en sus arcas y todo ello sin que el presupuesto de 20116 haya avanzado lo más mínimo en su credibilidad contable.

Las razones esgrimidas para tal proceder se basan en «el descabellado objetivo de déficit al que se nos obliga (¿el gobierno de Rajoy, la UE?) no repercuta sobre los servicios básicos que presta la GV, como pasaría, sin ninguna duda, en caso contrario». Todo se fía al resultado de una cierta declaración y a aprovechar la procesión cívica para reclamar una financiación que afecta a otras 17 autonomías. Parece que baste enunciar unos números inciertos en un anteproyecto presupuestario para que todos los temores desaparezcan y los deseos políticos se cumplan.

Ignoro las razones que esgrimirá Compromis para dar por buena la nueva y arriesgada metodología, pero preocupa lo desorientada que puede estar la vicepresidenta Oltra con su pulsión a ponerse camisetas y a llamar a manifestar a la gente, cuando atisba algún deseo incumplido. La falta de conocimiento será poco útil para dar una solución inteligible al dilema que supongo la ocupa. Desafortunadamente parece perdida en el tiempo, al declarar que no puede ser que la GV «gaste seis veces más dinero en intereses por la deuda que en políticas inclusivas, de igualdad». ¡Qué tiempos aquellos en los que la GV todavía podía pagar intereses!, ¡Hoy ni siquiera pagamos!.

Si se hubiera mirado la liquidación FLA de finales del mes pasado habría observado que ya son otros los que pagan los intereses, por cierto cantidades casi anecdóticas (86.3 millones) al lado de los 2.699,6 que el Estado central hasta agosto ha tenido que adelantar a la GV para pagar a proveedores y subvenciones diversas. No es serio ignorar que el pérfido las pasadas navidades inyectó a las distintas Autonomías para ayudarlas a combatir el déficit, alrededor de 9.000 millones, de los que 4.885 millones correspondían a dejar al 0 % la deuda tanto todo lo prestado desde 2012 por el FLA y el Plan de Pago a Proveedores hasta hoy, como de las deudas contraídas con el Estado en este 2015. No es un ejercicio de defensa de Montoro, sólo una exposición de la realidad. Lamento que decirlo sea una incorrección política en la Valencia doy.

Es muy difícil suscribir el discurso del conseller según quien el modelo de financiación «nos ha conducido al mayor desastre de nuestra autonomía en sus 32 años de existencia» (¿significa esto que nuestra autonomía y otras son inviables?). La incapacidad para entender la realidad y buscar soluciones es constante: «El problema valenciano ha ganado en intensidad porque en vez de proporcionarnos soluciones reales, se nos ha conectado a esos instrumentos de respiración asistida conocidos como FLA o planes de pago a proveedores». Para el indignado Soler el FLA no es un «mecanismo neutral. Su aplicación y los mecanismos de control constituyen un activo ejercicio de recentralización»; «Una recentralización silenciosa pero rampante (...) abierta, descarada y prepotente».

Al parecer la recentralización es la gran inmoralidad, no los hechos que nos han llevado a las multas de la UE, ni los presupuestos que puede estar preparando. Cualquier debate que incluya algo de jacobinismo es objeto de condena y de incorrección política, pero lo cierto es que nadie sabe de dónde van a salir los euros para facturas y nóminas pendientes ejecutar hoy. Ni los ingresos necesarios para articular unos presupuestos de 2016 creíbles, en los que se supone estarán los objetivos del Consell.

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