El pasado 23 de septiembre comenzó el otoño, que se prolongará durante 89 días, hasta el 22 de septiembre. En promedio es una estación rica en precipitaciones. Pero se observan las lógicas variaciones. En la mayor parte del continente europeo, supone menos del 30% del total anual. Su aportación se eleva al 30 - 40% en el occidente de Irlanda y Reino Unido y en zonas costeras de Francia (excepto Bretaña), Bélgica, Holanda, Dinamarca, el enclave ruso de Kaliningrado, repúblicas bálticas o Escandinavia. Sus porcentajes disminuyen hacia el este, alcanzando mínimos en Rumania y sudoeste de Ucrania. Por el contrario, aumentan hacia el cálido Mediterráneo. En esa estación, a las entradas de aire frío en altura, se suma la mayor diferencia térmica entre el mar y la atmósfera. Por encima del 30% del total anual cae en otoño en la fachada oriental adriática hasta llegar al Peloponeso griego y en casi toda Italia, excepto parte del norte. En España, la tendencia es a aumentar igualmente su peso pluviométrico hacia el Mediterráneo, pero ya por encima del 30% supone en Asturias y Cantabria, amplios sectores de León, Zamora. Huelva, Sevilla y Madrid, y algunas zonas de Cádiz, Badajoz, Salamanca o Guadalajara. Pero sin duda, la zona por excelencia es la levantina. Desde Gerona hasta Almería hay un continuo de territorio donde el otoño supone al menos el 30% de las lluvias, con una variable penetración al interior, destacando, en ese sentido, Albacete y el valle del Ebro. Esa vinculación del otoño con el Mare Nostrum se consolida en las Baleares (en Mallorca solo la parte occidental) y la sección más costera de la Comunidad Valenciana. Municipios de la costa sudeste de Alicante y de Valencia, entre el Puig y Cullera reciben más del 42% de las lluvias en otoño. Esperemos sacar el paraguas.