Petrés es una pequeña localidad, de apenas mil habitantes, cercana a Sagunt, situada en la vega del río Palancia, entre las sierras de Espadán y Calderona. Este lugar, pequeño en población, ha dado hombres de reconocido prestigio en el terreno de las artes. Tal es el caso de José Domingo Pascual Buix Lacasa, «Fray Domingo de Petrés» que, tras una intensa formación académica que incluyó su paso por la Escuela Patriótica de Dibujo, Aritmética y Geometría, fue misionero capuchino por tierras de Nueva Granada (actual Colombia) donde destacó como arquitecto de obras civiles y religiosas, entre ellas la de la catedral primada de Bogotá y el observatorio astronómico de la capital colombiana. Petrés ha tenido, además, un senador del Reino de España: Vicente Sancho, que llegó a presidir las Cortes Generales. Petrés no es cualquier cosa. Ha cumplido de manera notable en sus aportes a la grandeza de su pétreo hombre y de la patria común. Petrés tiene, además, un hijo entusiasta en la defensa de su nombre y de sus hombres: Francisco López Fernández, que es enamorado de la pilota valenciana además de cronista oficial de la localidad. López, octogenario, forma parte del reducido grupo de personas que allá por 1976, colaboró grandemente en el éxito del primer campeonato provincial de Galotxa.
Trabajó para que Petrés tuviera equipo desde 1978 hasta que, por circunstancias diversas desapareciese unos años después. No así la afición a este deporte que sigue en el alma de sus gentes. Ahora, gracias a ese espíritu creativo y entusiasta del cronista se ha rendido tributo de reconocimiento a aquellas personas que en su juventud y hasta bien maduros mantuvieron la antorcha encendida de la práctica de este deporte. Los nombres de José Benet «Sola», Rafael Benet, cofundadores del club y de Paco la Rata, Tino, Rene, Geranio, Tomata y Boli, Garsieta, Pepe el Carboner, El Losa, han vuelto a aparecer en la memoria de todos los que, de una u otra forma, han estado vinculados a este deporte en Petrés. Paco López ha tenido este gesto de reconocimiento pero todos ellos querrían por encima de todo que la pelota valenciana volviera a rodar de manera periódica por los tejados de las calles del pueblo para simbolizar el caminar vivo de su identidad.
