El final del verano se suele traducir en el fin de largos días de playa que dan paso a otros en los que abundan las precipitaciones, temperaturas más frescas y la nostalgia por las vacaciones estivales que, un año más, han finalizado. Pero, sin duda alguna, también conlleva el inicio de una de las épocas más bellas en el ciclo anual de nuestro mundo; el otoño. Para algunas personas, estos meses son tristes, melancólicos y lluviosos. Para otras es la etapa perfecta para asistir a uno de los muchos espectáculos naturales que acontecen en la Tierra a lo largo de los 365 días del año. A partir de la última semana de septiembre y la primera de octubre, los árboles caducifolios del hemisferio norte dejan caer sus hojas, esperando la llegada del invierno y, posteriormente, la de una nueva primavera en la que comenzará de nuevo el ciclo natural de la vida. En muchos puntos del planeta los bosques dominados por el homogéneo color verde en el que habitan arces, castaños, hayas, robles y un largo etcétera de árboles son testigos de cómo éstos comienzan a vestir de rojo, amarillo o naranja. Una heterogeneidad natural que se convierte en un apabullante espectáculo visual para aquellos que tengan la oportunidad de contemplarlo. En España, algunos enclaves como el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, en Huesca, o la Selva de Irati, en Navarra, son todo un clásico para contemplar el otoño. Existen otros, quizá más desconocidos, como el Hayedo de Tejera Negra, en el norte de Guadalajara, que podrían rivalizar perfectamente con los anteriores. Si bien estos destinos se encuentran entre los más bellos de Europa, algunos otros son mundialmente famosos. Es el caso de los bosques estadounidenses de Nueva Inglaterra y el noreste de Canadá, en los que miles de hectáreas se tapizan de diferentes tonalidades, dando lugar a estampas inolvidables. Quizá el mejor rival para ellos se encuentre en Japón, donde el conocido arce rojo hace honor a su nombre durante estos días. Éste hecho supone todo un acontecimiento en el país nipón. Y, con mucha probabilidad, observar el monte Fuji rodeado del rojo de los arces que dejan caer sus hojas haría cambiar de opinión a quién relaciona estos meses como los más tristes del año