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Procesión cívica

La verdad es que «procesión cívica» es una contradicción en los términos. Aunque haya procesiones como la del Corpus con valores arqueológicos y artísticos, además de religiosos. La procesión es religiosa, esto es, muy anterior a la ciudad, prueba de ello es que los textos sagrados están llenos de zarzas ardiendo, cuevas, fuentes que manan de las rocas y cosas así: ni una estación de metro, ni un tranvía, ni siquiera un puente de Calatrava. Es decir que Joan Ribó ha hecho muy bien en no asistir al Te Deum con su corporación en pleno: la confusión entre Cristos y legionarios, cruces, pistolas y báculos, corresponde a una época que vamos superando, no es algo de hoy para mañana.

Es cierto que la conquista de Valencia supone la entrada de la ciudad y su reino en la órbita cristiana y que esa es nuestra tradición. Pero también somos de lengua y plantilla jurídica de tradición romana y eso no significa que el Consistorio acuda en bloque a sacrificar gallos a Esculapio. La religión es cosa personal o comunitaria; la ciudad, las abarca y protege todas, incluso la de quien no tiene ninguna. Y si el arzobispo Cañizares quiere celebrar con la bandera de Lo Rat Penat o con cualquier otro pendón, señera u oriflama, está en su derecho. Si a la solera diocesana se le suma la de Lo Rat Penat, fluirán las esencias en grado sumo.

No comprendo el empeño de los sucesivos ayuntamientos por celebrar una procesión que suele acabar en un aquelarre de bofetadas, vituperios y escupitajos contra la autoridad constituida: si se trata de exponerse a la crítica pública conozco cauces más ordenados. Zarandear concejales me parece una ordalía mucho menos simpática y bastante más rígida que la fiesta de los enfarinats de Ibi, muy apropiada cuando se trata de hacer pitorreo a costa de la autoridad. Una reunión en el Salón de Cristal del Ayuntamiento con invitados realmente selectos y de fondo La Creación de Haydn, apropiada para celebrar un nacimiento. Y la corona de laurel a Jaume I, cualquier otro día. Se puede invitar a las majorettes de Montpellier que son paisanas del Conqueridor.

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