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Financiación mágica en Les Corts

Les Corts, con el president Puig a la cabeza y con el acompañamiento posterior de los que se ha decidido llamar «sociedad civil valenciana» (bien magra por cierto: rectores, dirigentes empresariales y sindicales) escenificaron un acto de realismo mágico en materia de financiación de la Generalitat Valenciana (GV). Cuando un documento se aprueba por unanimidad, a quien discrepa intelectualmente de su contenido no le queda otro remedio que aceptarlo democráticamente, retirarse de la discusión y autodisciplinarse para no caer en la tentación de poner palos en las ruedas. Vamos con ello en este texto de despedida de quien siguió con pasión el debate del martes día 6 en Les Corts y que al apagar internet, se quedó con demasiadas dudas sobre lo que realmente conocen y piensan la mayor parte de los allí presentes.

1) Montar una gran sesión para decir que la GV valenciana esta infrafinanciada al día de la fecha tuvo algo de boutade propia de quien quiere tranquilizar conciencias en situaciones límites. El president está empeñado en que el mensaje de que la GV es inviable debe llegar a la gente, como si este fuera el peor de los males que puede caer sobre los valencianos, una ciudadanía que al parecer vive al margen de la llegada del tsunami que ello va a suponer. Nunca he creído que adornar los problemas con el verbo propio de los políticos resuelva el problema por si mismos. Me resisto a pensar que la gente sea tan ignorante para no comprender que por razones muy distintas ya no hay dinero en la caja. El problema del político es que no suele tener en cuenta cómo va a reaccionar el elector después de habérsele ocultado la verdad.

Cuando una organización no recibe los ingresos que pensaba y no le salen las cuentas puede tomar medidas más o menos radicales tales como cerrar parte de sus actividades (devolver competencias en nuestro caso o pedir una intervención por parte del Estado) retrasar el pago de nóminas, hablar con realismo a los sindicatos, etcétera. Ninguna medida de este tipo fue considerada en Les Corts por desagradable y se prefirió transferir el problema a otros. La situación tenía mucho de falta de rigor entre el president y el PP que en su momento, en los años anteriores al 2009, al discutir el ahora monstruoso modelo de financiación, estaban cada uno a un lado de la mesa (entonces Zapatero estaba en Madrid y Camps en Valencia) mientras que ahora Rajoy está en Madrid y Puig en Valencia. Los protagonistas han cambiado de lado en la mesa, son cosas del juego democrático que hay que aceptar, pero es éticamente inaceptable que ninguno de ellos asumiera algún tipo de responsabilidad o tuviera el rigor de dar una mínima explicación. Nada salió en el debate. Es poco responsable intelectualmente quedarse con el «tú más».

2) No supieron determinar el impacto que sobre la actual situación financiera de la GV han tenido las actuaciones habidas en la época Zaplana-Olivas-Camps (ZOC) e indirectamente los eximieron de toda responsabilidad. Tal fue el talante que la idea de una cierta casta sobrevoló ante tanta solidaridad y comprensión, que incluso incluyó a los representantes de Podemos inventores de la metáfora. El grupo ZOC quedó eximido en la misma sede parlamentaria donde en su momento los invistieron.

3) Nada se avanzó sobre cómo van a ser posibles los Presupuestos de 2016. Se pasó sobre ellos en la esperanza de un nuevo modelo de financiación que en una prueba de realismo mágico, se pidió entrara en vigor, nada menos que con efectos retroactivos de 1 de enero de 2014. Esto es, se piensa presupuestar 2016 no solamente con unos ingresos que no existen, sino que estos incluso van a llegar con cargo a ejercicios pasados. Hay que pensar que alguna promesa debe tener el Consell al respecto por parte de quien gestiona el FLA, pues de lo contrario lo que allí se escenificó, más que un choque de trenes, fue el final de la GV por una razón tan simple como es la imposibilidad para presentar unos presupuestos.

4) El conseller de Hacienda, Soler, siguió con su campaña en contra del FLA, que considera un ataque a la autonomía de los valencianos, con un discurso que parece como si quisiera torpedear que Rajoy y Puig puedan hablar serenamente dentro de unas semanas para saber qué va a pasar hasta finales de este 2015.

4) Es una contradicción intelectual afirmar por un lado que la deuda de la GV es impagable y por otro exigir una supuesta deuda histórica. La deuda de la GV en ningún caso la vamos a pagar solos. Es un problema del Reino de España y de la UE. Como mucho seremos unos espectadores interesados.

5) El president dijo con toda razón que con una GV sin financiación no hay autogobierno, esto es, que la GV iba a ser una estructura sin cometido. Quien le preparó el discurso no midió las consecuencias de lo que escribía pues hace ya demasiados meses, incluidos muchos antes de las elecciones, en los que el Consell es un cuerpo hueco e intervenido, que dice gobernar sin tener recursos, pero que sin embargo no ha despedido a nadie. En otras palabras, existe una Administración en la que cobran sus miembros pero que tiene muy poco que gobernar, sólo le queda el papel que juegan quienes administran una estructura intervenida. En EE UU, cuando no hay presupuestos, hay definidos una especie de servicios mínimos y el resto de personal es mandado a casa hasta que la cosa se aclare.

6) Hubo coraje para decir que no hay solución para el nuevo modelo sin revisar la aportación al Estado de Euskadi y Navarra, que disfrutan de regímenes forales presentes en la Constitución. En materia de financiación regional ellos juegan en otra liga. Sin duda va a ser un tema estrella en lo que queda de año. El marco legal es tan distinto que se hace difícil no considerar como una simple arma retórica que el president Puig argumente lo bien que estaríamos si recibiéramos lo que allí se consigue. Es una falacia usar los datos de las comunidades forales para compararse a la hora de hablar de la deuda histórica.

Estas son las notas finales de alguien que los lunes dejará de darles la vara sobre el tema de la continuidad de los servicios públicos que gestiona la GV. Sólo expresar el deseo de que el tiempo demuestre que uno ha podido estar profundamente equivocado durante muchos meses y que lo acordado en Les Corts el martes no fue un acto de realismo mágico, sino un programa de gobierno sólido y meditado. Amén.

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