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Ni cuadratura del círculo, ni Presupuestos

El president Puig ha decidido recurrir a los Presupuestos de la GV para 2016, para lanzar un órdago no se sabe muy bien contra quién, cuadrando las cuentas con una partida de 1.300 millones de euros que se adjudica «moralmente» a un nuevo modelo de financiación autonómica, del que nada se sabe. En esta carrera hacia la nada (qué difícil se está poniendo la supervivencia de las dos Generalitats) se ha dictaminado que se puede aumentar gastos y disminuir ingresos sin demasiados problemas. El conseller Soler, en sus ruedas de prensa excesivamente mitineras y pretenciosas, dijo que se había conseguido la cuadratura del círculo.

Existen problemas políticos vitales, cuya resolución exije bordear la irracionalidad, lo que justifica que empecemos por los problemas matemáticos citados, tan contradictoriamente especulativos como racionales. Son innumerables las horas empleadas desde la antigüedad clásica hasta finales del siglo XIX, tratando de conseguir, con las operaciones propias de la regla y el compás, construir un cuadrado de igual área a un círculo dado. Desde entonces sabemos que es imposible ya que ? no es un número trascendente, que es como se conocen aquellos manejables con regla y compás. Obtener ? sin la restricción de regla y compás, es harina de otro costal.

Son muchos los políticos que piensan, como Soler, que pueden resolver situaciones intrínsecamente insolubles. Incluso lo intentan aquellos muchos más brillantes académicamente, como el caso del conseller de Hacienda catalán Mas Collell (de quien se dice que si hubiera seguido su carrera académica en EE UU habría sido un serio candidato al Nobel) que está fracasando en su intento de resolver el desanclaje financiero de Cataluña con el resto de España.

A partir del próximo jueves, el Ejecutivo de Artur Mas ya sumará una deuda de 334 millones de euros y cuatro meses de retraso en los pagos a las farmacias. El FLA lleva adelantados a Cataluña en lo que va de año por este concepto 328 millones de los 5.823 del total del FLA recibido hasta agosto. Sus colegas valencianos habían obtenido 446 millones, como parte de los 6.502 que la Generalitat Valenciana (GV) ya lleva recibidos del FLA. Ello no impide que los dos gobiernos autonómicos a ambos lados del Ebro sigan diciendo que el FLA es perverso. Como usuarios de farmacias, admitamos al menos que hasta ahora han aceptado las recetas de los respectivos sistemas sanitarios públicos.

Es arriesgado escribir sobre el déficit de la GV sabiendo que pocas horas después que el periódico salga a la calle, el president Puig se va a entrevistar con el presidente Rajoy sobre la financiación de la GV. Uno continúa con el tema, sentimientos contradictorios. Por un lado, el profundo deseo de que Ximo Puig obtenga algún resultado, con lo cual nuestra actual angustia financiera y los servicios que gestiona la CV puedan estar más garantizados. Por otro, el convencimiento de que ni el mismo president conoce la forma de articular su propia petición sobre un cambio en el modelo de financiación en cuestión de semanas. Sabe perfectamente que en ningún caso puede llegar ningún tipo de financiación extra, antes que entren en vigor los enloquecidos presupuestos que para el 2016 ha preparado su Conselleria de Hacienda.

Ante la ambivalente sensación, sólo ha quedado una certeza, la de haber asistido al inicio en la Comunitat Valenciana del dret a decidir. La vicepresidenta Oltra utilizó palabras muy parecidas a las usada por Mas en Cataluña hace ahora tres años, trasladando toda la responsabilidad de la situación de la GV al Gobierno de Rajoy. «A lo mejor España se rompe y no es por Cataluña», dijo con la tranquilidad propia de quien ha pensado lo que iba a decir. No quiso saber de acuerdos firmados en su momento entre autonomías y Estado en el marco de la Constitución. Su razonamiento pareció al de «Espanya ens roba» al afirmar que la ruptura se produce «cuando unos ciudadanos no tienen los mismos derechos que otros». «Hay una ruptura que no llevará banderas ni mástiles pero conlleva mucho sufrimiento y es invisible; eso es responsabilidad del Gobierno», insistió.

Endosar 1.300 millones de euros de los que depende nuestro Estado del bienestar a cargo de un modelo que por desconocido, ni se sabe quién va a discutirlo, como suele ocurrir a menos de dos meses de unas elecciones generales, suena a desesperación por no saber qué hacer con una obligación voluntariamente asumida. Para incredulidad de muchos, parece que el Consell esté diciendo que el gobierno de Fabra no lo hizo tan mal.

Con los papeles que el Consell ha mandado a Les Corts, los que allí se sientan corren el riesgo de enfrascarse en un debate con un cierto onanismo adolescente y con ellos los ciudadanos. Discutir sobre falsas hipótesis lleva a melancolías irresistibles y ello va a ocurrir cuando se discuta si se va a reabrir o no RTVV, si se van a duplicar los fondos en favor del valenciano, si se va a incrementar la inversión en I + D + i, etcétera. En esta fase de realismo mágico, el president Puig tampoco supo resistirse a seguir la tradición de los políticos españoles (González, Aznar, Zapatero, Rajoy) de dar cifras redondas sobre galácticas promesas y cifras respecto a la reducción del paro en los próximos meses.

Los pactos del Botànic, tal como (no) están fundamentados económicamente, pueden justificar cualquier promesa. Darlos como garantía sólida es una ensoñación de políticos poco realistas. El sentido de la realidad de los humanos frente a situaciones desagradables y duras tiende a fallar. La vicepresidenta Oltra y el conseller Soler no supieron disciplinar sus sentimientos, carencias, aspiraciones o lo que fuera y su discurso no se entendió y si se conseguía hacerlo ponía los pelos de punta. Seamos lo más serios y claros que podamos por favor.

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