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Café voltaire

Me gusta más el café con leche con un croissant beurré que la leche de camella del Estado Islámico. Prefiero las dudas del pensamiento libre a la certezas de la fe sofocante. Sé que los jeques del petróleo pueden cometer toda clase de pecados (contra el Corán, la ley ordinaria y el sentido común) protegidos por los muros de una residencia impenetrable, pero prefiero un buen morreo en la terraza del café Voltaire, a la vista de todos, también para musulmanes y budistas, aunque esto no sea París. No hace falta que nadie nos explique las ventajas de la democracia sobre la tiranía teocrática, pero el problema es averiguar qué hacemos con esto tras habernos complacido un buen rato en la contemplación de nuestro propio e incomparable pene.

A algunos les da por convertirse en comentaristas de política internacional: a mi me pasa. Por ejemplo: Putin dice que muchos del G20 financian a los integristas de EI (es un secreto a voces), pero los rusos parecen combatir más por la familia Asad que contra los mártires de luto permanente. Turquía combatiría a Estado Islámico: siempre que le sobre un rato después de machacar a los kurdos, los únicos que mantienen una fuerza militar sobre el terreno. El llamado Occidente desordena Irak primero, y luego entrena a su ejército acorralado; combate a Damasco, y las armas que pasó a la oposición caen en poder de los fanáticos. Somos partidarios del sistema democrático, pero si la gente vota distinto a lo que se espera de ellos, así en Argelia como en Egipto, les mandamos una corrección: a cargo de su propio ejército, más fraterna imposible.

Quizás la política internacional sea como el tráfico rodado: no hay un concejal que lo ordene (y si lo hay, no lo han cesado), ni obedece a propósito alguno, aunque volviendo al principio no es buena idea, ni en París, ni en Washington, ni en Vallecas, crear un Estado policial, aunque sea con buena intención (que, a la vista, no se distingue de la mala), ni sembrar el miedo o impedir que la gente circule con menos libertad que el dinero o el petróleo.

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