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Valencianos generosos

Varias voces y plumas (entre ellas, en Posdata, la de mi admirado Ángel López García-Molins, cuya sabiduría va siempre aderezada con un travieso sentido del humor) han hablado y escrito recientemente sobre la abundancia de premios literarios y artísticos existentes en nuestro país. Alguno hay de especial carácter, como el instituido por la gran pintora valenciana Antonia Mir en memoria de su hermana mayor, de quien se considera deudora como auténtica impulsora que fue de su carrera artística. El Premio de Pintura Milgaros Mir, tributo ejemplar de afecto y gratitud, ha alcanzado su XIII edición con un creciente número de aspirantes y un alto nivel cualitativo. Respaldado por el Ayuntamiento de Catarroja y la presencia de su alcalde, Jesús Monzó, el premio de este año ha correspondido, según la decisión del jurado (integrado por Román de la Calle, Rafa Marí, la propia Antonia Mir y el galardonado en 2014, Vicente Ricós), a Jordi Gamón. Su cuadro, una cabeza femenina de valientes trazos y mirada expresiva, ha hecho recordar a la creadora del premio una anécdota que le relató el pintor y profesor Amadeo Roca. Dos colegas valencianos, entonces muy jóvenes, en un viaje a Madrid, fueron a saludar al consagrado maestro Manuel Benedito. El cual comentaba después de su visita y sus opiniones con esta despectiva frase, en nuestra lengua: «Estos ninyatos... ¡en lo que costa ficar un ull en el puesto! Y apostilllaba Antonia: «Estos ulls pintats per Jordi Gamón sí que están al seu puesto».

En el MAM, Museo de Antonia Mir en Catarroja, su villa natal, al que ella misma dio forma y contenido con la donación de una parte sustancial de su obra, se efectuó la entrega del premio, inaugurando a la vez una amplia exposición de las obras seleccionadas en el concurso, ante numerosísimo público que llenó el local. Tras las palabras del alcalde, y en ausencia de la titular del museo por una leve indisposición, su parlamento fue leído por la catedrática y miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, Petra Mª Pérez Alonso-Geta. Tampoco estuvo presente José Mª Morera (en este caso, por su precaria salud) en el homenaje del Consell Valencià de Cultura con Santiago Grisolía al frente, desplazado hasta Ondara, donde actualmente reside el director teatral. Morera ha sido una figura sobresaliente del arte escénico, ya desde aquellos tiempos del Club Universitario, en que tuve ocasión de conocerle y tratarle. Hombre de vasta cultura y finísima sensibilidad para captar la esencia de cada obra, impregnaba a toda su producción de un exquisito sello personal. El noble gesto de José Mª Morera al donar su biblioteca y todo su archivo personal al Arxiu de Dénia refleja su talante. Esos extensos fondos (diseños de escenografía y vestuario, fotografías y diarios profesionales) constituyen una notable aportación a la historia del teatro español en la segunda mitad del pasado siglo y certifican la generosidad de un eminente valenciano, que corre pareja con la de Antonia Mir al dotar el citado Premio de Pintura y el Museo de Catarroja que lleva su nombre.

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