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Dinásticos

Coño, tras haber aplicado a la sesión Bertín-Sánchez mi infalible receta para enterarme sólo lo justo de lo que da la tele (no verlo entero), andaba dándole vueltas al asunto de la extraña relación surgida en vivo y en directo entre los dos varones. No sé qué dirá un psicólogo del significado de los cojines que uno y otro se calzaron sobre el regazo, como una especie de coquilla, pero dejemos eso. El caso es que de pronto caí en el parecido de Bertín con el rey-senior (no sólo en el físico), siempre tan paternal y colega con los presidentes socialistas, tan dispuesto a no verlos como enemigos de clase, tan comprensivo con el hecho de que, al retirarse, renuncien a un título para salvar la cara, y me dije que Bertín le había puesto a Sánchez la piscina de siempre y éste se había tirado sin pensarlo. Que quede en ella agua bastante para no estrellarse es lo que está por ver.

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