Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Julio Monreal

Un huerto con 35 rascacielos

Los planes urbanísticos megalómanos han caído. ¿Todos? No. El «Manhattan» de Cullera resiste como la aldea de Astérix. La izquierda que lo criticaba lo mantiene.

Mientras los partidos de izquierdas en el gobierno de la Generalitat cierran el paso en las Corts Valencianes al proyecto Puerto Mediterráneo de Paterna por insostenible y extemporáneo, esas mismas formaciones, o al menos dos de ellas, el PSPV y Compromís, confirman la idoneidad de su hermano de Cullera en primera línea de playa y del río Júcar, el conocido como «Manhattan» con sus 33 torres de 25 alturas y sus dos hoteles de cuarenta pisos.

De poco ha servido que los especialistas adviertan en la semana contra el cambio climático que la excesiva ocupación de los espacios litorales del Mediterráneo calentarán el centro y el norte de Europa. Parecen ya olvidadas aquellas declaraciones contra el urbanismo megalómano que ocupaba grandes extensiones de costa y de montaña y que, según se decía, era de otro tiempo, un tiempo de burbuja y especulación que se atribuía al PP. Aquellos críticos, los que hoy suspenden el rally de la subida al Garbí por ahumar un parque natural, confirman un urbanismo intensivo y sólo ven en él un problema de coste de las aceras e infraestructuras, que hay que rebajar de 92 a 22 millones, pero sin tocar los rascacielos que son, dicen, el futuro de Cullera.

El propio presidente de la Generalitat, Ximo Puig, aceptaba por sorpresa el envite de la portavoz de Ciudadanos, Carolina Punset, de promover la reversión de los planes urbanísticos no iniciados, de su recuperación como suelo rústico. Pero eso no sirve para el «Manhattan». Todos los demás polígonos de la burbuja han caído en los tribunales porque se diseñaron sin agua garantizada para la población que albergarían sus gigantes de hormigón y cristal. Pero el huerto con 35 rascacielos sí tenía caudal garantizado. Hay agua en el lugar. Lo que parece que no hay es coherencia política. Prima un doble discurso que lleva a aplicar las críticas al rival pero no a los compañeros de militancia. Porque el futuro del «Manhattan» de Cullera depende del gobierno tripartito, no del agua.

Compartir el artículo

stats