Comenzó la cumbre del clima de París. 150 jefes de estado y las distintas delegaciones, totalizando unas 40.000 personas. Si no son capaces de arreglar sus respectivos países, menos el planeta entero. Por eso mi interés se sube unos cuantos kilómetros en la atmósfera y se centra en la observación de la Tierra desde el espacio. Ésta sí que es una inversión rentable. El conocimiento de nuestro planeta precisa de datos espaciales a distintas escalas, desde la local a la global: los datos de las estaciones meteorológicas, representativos de una pequeña superficie; los datos de plataformas aéreas, válidas para una escala regional. Alcanzar la escala global nos obliga a subir a los 800 kilómetros de altitud de los satélites polares y los 36.000 de los geoestacionarios. Todas estas bases tienen sus ventajas e inconvenientes por lo que el conocimiento del clima y del tiempo obliga a su integración. El CEOS es el Comité sobre Satélites de Observación de la Tierra. Integra a 55 agencias que operan, nada más y nada menos que 134 satélites de observación. Vientos, nubes, aerosoles, humedad, hielo, radiación, transporte de energía, cartografía, usos del suelo, recursos son algunas de las muchas variables estudiadas por satélites. Unos datos que a través de varios portales de internet, el CEOS International Directory Network, quedan disponibles para la comunidad científica. Así se progresa. Mientras, el presidente español se va de viaje a París y promete una ley de cambio climático. El fracasado protocolo de Kyoto ya ha obligado a un millonario gasto y no ha servido para reducir las emisiones. Mientras, una simple ley de precios públicos impide que los datos climáticos sean de libre acceso. Más vale cien satélites volando que un político en una cumbre negociando.