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Ceniza radiactiva

Toda la literatura es reportaje. Quiero decir que cuando Philip K. Dick describe la luna de Frolik-8, realmente la ha visto. Lo mismo que Lovecraft a Nyarlathotep, un dios viscoso y lleno de furia (aunque se inspirara en los taxis de Nueva York). Lo que no podíamos esperar es que un autor francés tan bueno y tan de moda (a veces, una cosa y otra, coinciden) como Emmanuel Carrère convierta en ficción asuntos de su corazón o de su propio ménage doméstico, y conflictos de sus contemporáneos con nombres y apellidos. Y que la premio Nobel de este año, Svetlana Alexievich (me he comprado sus Voces de Chernóbil), no haga más que reportajes literales: reunir un coro de voces (no todos los coros rusos son de las Fuerzas Armadas) que reflejan un asunto capaz de soliviantar los ánimos y romper, aún más, la vida de la gente.

Alexievich se inclina por la gente menuda para contar sus historias, pero eso es una elección moral, y me temo que en sus relatos se llora aún más que en los de John Irving. Mi teoría es que cuando la realidad se deteriora y te venden sus despojos, como si fueran algo el black friday, los siempre recurrentes zombis, la estrella en ascenso de Albert Rivera y cosas así; cuando el problema más urgente al que debemos de hacer frente es, al parecer, que España y Cataluña se divorcien o hagan las paces, cuando tenemos que bombardear a los mismos que armamos, entonces, reunir testimonios de gente que espera el autobús, o se ha quedado en el paro, o enferma de cáncer por los humos de una fábrica, todo eso es más literario (es decir poseído por una realidad superior y mayor que la propia vida), que Las mil y una noches o las criaturas de El señor de los anillos.

Cuando la realidad obedece a un guión, como si fuera una masiva sesión interminable de Gran Hermano, entonces, un dolor de muelas o las dificultades para entender el recibo de la luz (no digamos un buen polvo), se convierten en un continuo deslumbramiento: el que produce la recuperación de las viejas cosas cubiertas de ceniza radiactiva. La belleza no nos dejará.

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