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Después del puente

Me he perdido la emisión más vista del año, no vi el debate de los candidatos a la presidencia junto a la portavoz del Gobierno. No estaba en Doñana, pero el paisaje donde evadirme del eje de la campaña que es la televisión, también resultaba idílico. Montañas blancas con las que oxigenar mi cerebro ante los últimos 10 días del aluvión de impulsos mediáticos que recibiremos. 24 horas de rutina han bastado para ponerme al día del reality televisado de los elegibles. Sin deshacer las maletas todavía, me encontré con un apuesto Pedro soltándose el pelo y con una actitud más malote que seguro le beneficia. Enfrente tenía un Pablo sin coleta, haciendo las veces de Ana Pastor pero con un estilo nos vamos de cañas. El presentador de El Hormiguero mostró un tono más incisivo que el utilizado con las estrellas internacionales invitadas a las que da más jabón que Bertín a Rajoy.

Café en mano, amanezco con un nuevo escándalo de corrupción que afecta una vez más al partido que gobierna y a mi estado de humor. Rajoy guarda silencio mientras camina entre el pueblo en la calle que tanto tiempo hacía que no pisaba. Almorzando por fin se me alegra el día cuando Javier Ruiz da paso al vídeo con el que Podemos busca el voto freak en una galaxia muy lejana donde Darth Vader deja el lado oscuro después de toda una vida, para pasarse al morado con tonos naranjas... Ya en la comida casi me atraganto de la risa al ver un grupo de amigos disfrazados de hipsters acabados de salir del barrio de Ruzafa. Se muestran inquietos, casi histéricos y no por el final de Juego de Tronos sino por confesar su voto a un hombre que luce barba desde antes que ellos nacieran. Después de Mariano llama a tu puerta, intento pero no consigo entender a unos responsables de comunicación del PP que se empeñan en seguir apostando por el festival del humor. Acabado el informativo intento desconectar, pero el presunto desfalco del representante de la Esteban me obliga a apagar y recordar mis últimos días sin tele en las cumbres nevadas...

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