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Matías Vallés

¿Tú crees que tu marido...?

Abordamos hoy un asunto escabroso, no dejéis que este artículo caiga en manos de vuestros padres. La NSA norteamericana graba todas las conversaciones que se producen en el mundo. Por si tuviera alguna implicación terrorista, la agencia de recontraespionaje ha avisado al Gobierno español de que la frase más repetida en Mallorca desde hace unos días es:

„¿Tú crees que tu marido sospecha algo?

Se oye en las mejores familiares de la isla, que precisamente han consolidado esta superioridad por su ejemplar devoción a los placeres de la carne. En Mallorca se cometen amores ilícitos. Es decir, sexo por convicción y no por rutina. Por razones que no acabamos de dilucidar y que pueden estar ligadas a la estación, los amantes pecaminosos descuidan últimamente sus cuerpos para atender con especial celo al entorno de su «liaison»:

„Cariño, ¿quién es ese hombre que nos está fotografiando con su iPhone desde el parque?

„Es un candidato que informa a su partido de que nadie ha acudido al mitin, no nos toma fotografías.

„Pues a mí me parece un detective contratado por mi esposo.

Se ha instalado el recelo y francamente, es muy duro desarrollar una pasión física en medio de la intranquilidad espiritual. El adulterio es algo que les sucede a los demás. No se basa en el sexo, sino en el engaño, todo lo cual viene sobradamente documentado en Don Gregorio Marañón. La posibilidad de ser descubiertos constituye el mayor aliciente de los amantes. De ahí que sea una relación controlada por el teórico engañado, sin cuya presencia se desmorona el vínculo entre los tortolitos. Sin embargo, en Mallorca ha cundido el pánico, y las despedidas entre lagrimones se centran en un sentencioso:

„Hemos de dejar de vernos, mira lo que puede pasarnos.

Nos hallamos ante un nuevo ejemplo del célebre contagio mediático, el escarmiento propio en la desgracia ajena. Algo similar sucedió con el sida, una infección intelectual traducida en la desconfianza universal. El sexo siempre es prohibido cuando no prohibitivo, una sucesión de sobresaltos. O eso dicen.

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