Brillante presentación por Rafa Company, Juan Magraner, José Ignacio Pastor y Joaquín Azagra, de Crónicas de la transición valenciana 1972-1985, de Jaime Millás, editado por la Institució Alfons el Magnànim, que trae a nuestra memoria aquellos años durante los cuales nuestra generación, la de la transición, quiso cambiar los tiempos y, en la cual, Millás fue uno de sus protagonistas, y, a la vez, uno de sus relatores. Como promotor de iniciativas culturales, vivió la creación de Studio, como movimiento de resistencia cultural, y ocupó la dirección de Teatres de la Generalitat; como periodista, interpretó la actualidad desde diversos medios.

Cuando Caballero Bonald se cuestiona sobre la transición política y social española, por haberse limitado a contentar a la izquierda sin incomodar a la derecha, nos preguntamos cómo fue la nuestra. Jaime Millás nos da algunas respuestas. También, los valencianos, durante la transición democrática, avanzamos considerablemente en la recuperación de la memoria histórica y en la participación social, mientras, sin embargo, continuaron pendiente determinados temas. Se buscaba un entendimiento colectivo, que, salvadas las diferencias ideológicas, Millás lo enmarca en la necesidad del compromiso, alentado desde variadas iniciativas culturales y sociales, y en la búsqueda conjunta de desarrollo político y económico.

Hoy, cuando los tiempos efectivamente están cambiando, la lectura de las Crónicas de la transición nos trae el recuerdo de aquellas personas que forjaron la conciencia de toda una generación que, también estéticamente, quiso romper con la anterior. Hippies entonces, vivíamos en la autarquía como hoy se enfrentan a la globalización. Queríamos cambiar los tiempos como hoy quieren encontrar el suyo. Nuestra generación apostó por la democracia, mientras la actual cuestiona la calidad de la que se le ofreció.

¿Qué sucedió entonces, con aquella generación de la transición? La respuesta se encuentra en los textos de Millás que apuntan a una progresiva desafección política, incrementada, más adelante, por los problemas de corrupción. Nos encontramos ante una situación política y económica difícil de superar, con un paro que alcanza, entre los hijos de aquella transición, al cincuenta por ciento de su población. Sociedad en crisis carente de los referentes de ejemplaridad social de los que nos privó una cruenta Guerra Civil. No busque alcanzar los ideales destruyendo lo que se pretende defender, decía, así, otro maestro de periodistas, Raymond Aron.

En palabras del prólogo, Escribir para que quede, Juan Cruz, afirma que Jaime Millás es uno de los grandes periodistas que ha conocido. Afirmación que comparto y no es, en mi caso, producto de la amistad, que no escondo. Conozco a Jaime Millás desde antes de la transición, desde años colegiales, y pienso que merece estas palabras, como se acredita en esta brillante publicación. Artículos escritos en diferentes medios de comunicación, durante la época de transición, que pueden permitir a quienes compartimos generación, reparar en los errores cometidos y hacer justicia con personajes injustamente tratados, y, a los más jóvenes, conocer hechos de pasado reciente, y evitar, en lo posible, cometer las mismas equivocaciones.