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Julio Monreal

Todos ganan, todos pierden

Hasta ahora había vencedores y vencidos en las elecciones. Hoy todos tienen motivos para ver la botella medio llena o medio vacía. Aunque la botella sea muy pequeña.

Tras las elecciones generales, todos los principales partidos en liza han ganado pero han perdido, una característica inusual ya que siempre hasta ahora los comicios dejaban unos claros vencedores y unos derrotados aún más notorios. El PP de Rajoy ha ganado las elecciones, pero tiene muy difícil gobernar. Sólo la abstención de los socialistas de Pedro Sánchez mantendría a Rajoy en la Moncloa, y no parece que eso vaya a suceder. El líder del puño y la rosa, por su parte, ha perdido frente a los populares, pero ha ganado ante Podemos, al que muchas encuestas daban como hegemónico en la izquierda. Los de Pablo Iglesias entran en el Congreso con 69 diputados, y los Ciudadanos de Albert Rivera, con 40, cifras históricas para su primera etapa en las Cortes Generales, pero ambas formaciones esperaban más de las urnas, aunque el de Vallecas ha salido mejor parado que el de Hospitalet, ya que un pacto con el PSOE puede llevarle al Gobierno de España.

En la Comunitat Valenciana, los populares liderados por Isabel Bonig respiran tras haber recuperado un 4 % y 170.000 votos con respecto a las autonómicas de mayo, pasando por alto que han visto reducida su representación en el Congreso de 20 a 11 escaños.

Más razones tienen los socialistas para ver la botella medio vacía. Compromís-Podemos les ha desbancado como segunda fuerza en la Comunitat, incluso arrebatándoles el senador por Valencia, y Ciudadanos les ha relegado a la cuarta posición en apoyo popular en la capital. La irrelevancia de la formación que llegó a gobernar el «cap i casal» durante los 80 coloca al líder local y primer teniente de alcalde, Joan Calabuig, en una situación política insostenible, que exige una profunda renovación.

La pujanza de la coalición Compromís-Podemos no tardará en plantear cambios al presidente de la Generalitat, el socialista Ximo Puig, quien previsiblemente tendrá que dar entrada en el Consell a los de la formación morada, máxime si a escala nacional fragua un pacto de izquierdas entre las dos formaciones. Las negociaciones en Madrid amortiguarán las tensiones en el seno del Ejecutivo valenciano del «mestizaje», pero no lo harán indefinidamente. Mónica Oltra se sabe poderosa a ambos lados del río Cabriel y reclamará antes o después una porción mayor de la tarta del poder.

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