Desde que cayó el Muro de Berlín, las demás fronteras se hicieron menos rígidas y crecieron las oportunidades de viajar. Según algunos sociólogos se está constituyendo lo que uno de ellos llama la generación G, por global, unos jóvenes que consideran que ya todo el mundo es su patria y aspiran a vivir de acuerdo a ello. Empezó con las vacaciones de verano aprovechando los descuentos para estudiantes de barcos, trenes y líneas aéreas. Los jóvenes suelen viajar en grupo y van constituyendo una red internacional de contactos para pasarlo bien y dormir en casas de amigos. Y del verano al invierno. Encuadrados en ONG o, simplemento al albur de la aventura, cientos de miles de jóvenes recorren el mundo sin prisa por sentar la cabeza. «Las estadísticas nos dicen que vamos a vivir noventa años y no queremos echar raíces todavía», comenta una joven americana que trabaja en Mongolia de profesora de inglés.

La globalidad consiste también en lo fácil que es hoy comunicarse. El correo electrónico permite estar en contacto gratis con familia y amigos. Muchas ciudades tienen cafés-internet para hacerlo y ¿quién no deja usar su ordenador para algo que es gratis?

Esta red de jóvenes nómadas está diseñando sus propios mapas del mundo. Por ejemplo, a través de internet se intercambian experiencias sobre cuáles son los lugares mejores para encontrar trabajo o pasarlo bien, las comparaciones de precios e incluso las preferencias de la policía local a la hora de amargarte la vida. Los países islámicos no gozan de mucho prestigio por sus leyes machistas y su dureza con el consumo de alcohol y drogas. La lista de las diez capitales más atractivas del mundo está constituída por Dublin, Reikiavik, San José de Costa Rica, Ciudad del Cabo, Budapest, Praga, Tel Aviv, Saigón y Shanghái.

Los jóvenes nómadas de esta denominada generación G son claramente urbanos. «En Europa, la Seguridad Social te atiende gratis si te pones enfermo y esa es una ventaja que no existe en ninguna otra parte del mundo», explica uno de los más experimentados nómadas americanos. Y es que la ciudad vuelve a ser lo que empezó siendo, un lugar de acogida para el vagabundo, un espacio de libertad donde nadie hace demasiadas preguntas, un sitio donde trabajar sin muchos condicionantes y, sobre todo, el mejor escenario de diversión multicultural. Hoy como ayer, es grande ser joven pero, sobre todo, si tienes algo de dinero y sabes inglés.