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Tascas y tiendas

Vamos repasando en la calle Sant Josep, de Sueca, las pequeñas tiendas que desaparecieron, la más pequeña servía queso tierno y cordero, sólo eso, y hacía juego con la casa minúscula. Las tascas junto a la Plaça tienen ahora calle peatonal y puede que recuperen la efervescencia que tuvieron a principios de siglo (y finales del anterior). Sobre el banco de piedra, una selva de botellines de cerveza vacíos. Parece una performance. A estos bares acudían de madrugada los braceros con la esperanza de ganarse un jornal. Tampoco ha desaparecido Casa Miguel, otra taberna. G. K. Chesterton decía que para la sociedad humana son más importantes las tabernas que los dentistas o el Senado, así es.

Muy cerca de las tascas del principio, hay otra tienda que vende aperos y plantitas, semillas y fertilizantes, pasando por una línea de calzado country que va de l´espadenya d´espart y de careta, a una especie de chirucas rediseñadas del color de la arcilla secada al sol. Es la tienda preferida de cierta señora de una rama familiar que, pasando por Alemania, llega a Tailandia donde ya sabemos que secan calamar (como aquí, o en Grecia, hacemos con el pulpo) y cuando te lo venden, te preguntan si quieres niño o niña. El niño lleva tentáculos, que es la mejor parte del cefalópodo y la más desdeñada. Mi hermano Juanjo ha preparado una cena fría (con langostinos calientes) a base de foie y bellota del ultramarinos Sanseloni, puñetitas selectas. Y como remate Casta Diva, cosecha real, la de la boda de Felipe y Letizia. Agasajamos a la anfitriona con sedas de Provenza y pashminas de Oriente.

He pasado una vez por el Mercado Central, pero el tráfago ha podido conmigo y he recurrido, también, al Mercat de Russafa: un pollo de cuatro meses, tan grande como un toro y con unas gónadas de coronel. Criado en Pobla Llarga. Con medallita y certificado. Mientras Vicent Peris me sirve la mojama, se organiza un piscolabis con la clientela a base de cerveza, recortes de huevas de atún y cortezas de piel de bacalao, que envician mucho. En el comercio de verdad está todo lo humano.

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