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El regreso del desafío

La historia de la pilota valenciana no se entendería sin desafíos, sin esas provocaciones que han despertado pasiones de pueblos contra pueblos o de figuras contra figuras. El que este mediodía se presenta en Pelayo adquiere una relevancia especial, por muchas razones. La primera y principal, porque participan los dos mejores restos junto a los dos mejores mitgers; porque la partida inaugura una nueva etapa en este deporte al estilo de las que se han vivido desde los tiempos de Quart contra Lliria, de Juliet contra Rovellet, de Rovellet contra Eusebio y de Eusebio contra Genovés. Algo parecido pudo vivirse entre Álvaro y Genovés II pero el «fill de Paco», con todas las condiciones para ser una figura de época, ha tenido que enfrentarse a su peor rival: la sucesión casi ininterrumpida de lesiones importantes.

El desafío que se anuncia para el sábado día 16 llega en un momento de ilusionada esperanza en la recuperación de la «catedral» de la pilota valenciana. Ha bastado un cambio de gerencia y el impulso de nuevas ideas para reactivar la presencia de espectadores al recinto más sagrado de nuestro deporte. Todo comenzó con la épica final que protagonizaron Soro III y Puchol II en el campeonato Individual. Fue, sin duda, una de las mejores partidas que hayan podido vivirse entre sus viejas murallas en su siglo y medio de vida. Hay ganas de ver a Soro III y Puchol II, en parejas teóricamente igualadas. Estos mismos restos se han anunciado desde aquella final una decena de veces por trinquetes diversos. Hacerlo en Pelayo es otra cosa porque Pelayo ha recuperado en poco tiempo la condición que nunca debió perder: la de referente indiscutible, el trinquete que dictamina y otorga la condición de primera figura. Por eso se llenará Pelayo.

Estamos ante una partida que permite presumir de haberla presenciado.

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