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Café y columna

El café vigoriza y eleva el ánimo, nos predispone al trabajo y abre los sentidos. El café da para mucho. El inolvidable Néstor Luján, escritor, periodista y gastrónomo tenía hace años una sección en un diario barcelonés ya desaparecido (El observador), en la contra, que se llamaba Café negro. Era una columna escrita con voluntad de estilo y gracejo, que rezumaba sapiencia. Pero sin pedantería. Ideal para ser leída y disfrutada en pocos minutos tomando un café, de pie, en una barra. Se podría establecer una relación entre el café y el columnismo, si bien es cierto que hay más partidarios de que la relación de la columna sea con la ginebra.

De la cerveza nadie dice nada. Tenemos imágenes grabadas de las redacciones por las que hemos pasado, o del cine o el teatro en la que vemos a alguien escribiendo, redactando, pariendo o perpetrando una columna con una taza de café al lado. O un vaso de whisky o un ginebrazo con tónica. Pero no con una cerveza. Así como el café o el whisky estimula la escritura columnera o columnista, la cerveza lo que estimula es tomarse otra cerveza. No conozco a nadie que se tome una cerveza. Se toman dos. Cuando dicen vamos a tomar una cerveza, el que lo propone siempre se asegura de que su interlocutor sea de los que dicen después de la primera caña. «pedimos otra, ¿no?».

El café vigoriza y eleva el ánimo, nos predispone al trabajo y abre los sentidos. Pero luego hay un segundo café ya cuando uno está bendecido por la ducha, con la radio oída, los titulares y tuits testados y el primer cabreo digerido. El que toma uno con los compañeros escapando de la oficina como preso que anhela el patio. A veces ahí alguien comenta la columna de algún articulista, bien para glosar y ponderar su ingenio, para ensalzar su sagacidad o acordarse de la, seguramente respetable, madre que lo parió. O a veces todos los cafeteros llevan varias columnas en el cuerpo pero como están haciendo la digestión de ellas no dicen nada y prefieren hablar de las rebajas, de si habrá iPhone 7, del ajoblanco o de la conveniencia, publicitada ya por reputados científicos, de la coyunda en hora nona. El café da para mucho.

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