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Un empeño poético en Madrid

La historia del Beti Jai, uno de los templos que la pelota vasca tuvo en Madrid a principios del siglo XX, es la historia del poder de la perseverancia y del empeño poético de quienes viven para vivir sueños. Consiguieron los soñadores que el Ayuntamiento de Madrid lo declarase Bien de Interés Cultural y que fuese municipalizado, tras un acuerdo de compraventa con la propiedad por varios millones de euros.

Ahora hay un gran proyecto de rehabilitación que sólo puede y debe gravitar en torno al Juego de Pelota, así, con mayúsculas. Una recuperación integral que asuma la filosofía que acompaña la historia de este deporte: unir en la diversidad. Desde los poetas vascos se sigue con especial interés la senda creadora de la pelota valenciana que ha sido capaz de sumar particularidades para un encuentro universal. Hoy, desde ese reconocimiento a lo que cada cual es, a su propia historia y a su libertad, el Beti Jai puede ser el lugar de encuentro mundial donde convivan todas las modalidades de este deporte, también las especialmente queridas por los valencianos. «Puede ser la plaza de juego, el espacio público donde unamos todos los sueños de futuro; donde se muestre la evolución del juego. Puede ser un espacio para congresos mundiales». Otros poetas hablan de la necesidad de crear un Museo Mundial del Juego de Pelota. Se cuenta con el seguro apoyo del gobierno vasco. Algo tendrá que decir el gobierno valenciano. El próximo domingo, en San Sebastián, se escribirá otra hermosa estrofa en este caminar poético. La Federación de Pelota Vasca de Euskadi se integrará en la CIJB, esa organización que ha crecido porque cree que la diversidad es el eje de la unidad. ¿No ofrece el Juego de Pelota un hermoso ejemplo de convivencia?

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