El martes 2 de febrero se publicó en LEVANTE-EMV un artículo de José Luis Villacañas, titulado Una nueva cultura política; y el jueves 4, se llevó a cabo en el auditorio de la Feria de Valencia una jornada sobre rehabilitación, habitabilidad e integración social en viviendas. Intentaré resumir los que, en mi opinión, son los contenidos más relevantes de dos hechos de formato muy diferente y temas aparentemente inconexos pero con profunda relación en las propuestas que plantean o sugieren. Algo que se ha querido resaltar desde el título, utilizando el signo de ligadura (de origen latino) en lugar de la conjunción griega. Veamos:

El profesor Villacañas dice que hay dos tipos de partidos políticos: Los de electores, en los que enmarca formaciones tradicionales (PP y PSOE) o emergentes como Ciudadanos -que perdieron el alma (el PSOE) o nacieron sin ella (los otros dos)-; y los de militantes, con alma que, en el caso de Podemos, son dos: una originaria populista y otra republicana federal, en crecimiento.

Sin creer que el PSOE haya perdido el alma -que también han sido dos en su historia (la reformista de izquierda y la acomodaticia de derecha)-; y recordando que la del PP es el sonido de las máquinas registradoras o el silencio de las transferencias a paraísos fiscales, con rezagos pornográficos como el conteo manual (con mugidos de fondo) del señor Rus; creo que Ciudadanos tiene varias almas y que en Podemos, además de las que señala Villacañas, hay dos en coexistencia más o menos pacífica desde su nacimiento: una asamblearia u horizontal y otra orgánica (de aparato) o vertical.

La nueva cultura política que es urgente forjar en España, además de las almas buenas de los partidos (incluyendo a IU), requiere del alma de la ciudadanía, de la participación activa de militantes y electores en la construcción las nuevas culturas de sostenibilidad y fraternidad que requieren los nuevos modelos de producción y de consumo, de desarrollo y de vida, a varios de los cuales se hizo referencia en la jornada de la Feria.

El modelo de desarrollo del sector de la construcción, centrado en grandes infraestructuras y edificaciones de nueva planta, que fuera motor de la economía a lo largo de más de tres décadas, alimentado por una batería de leyes y prácticas políticas y financieras (muchas de ellas fraudulentas) y una elevada factura energética por consumo de petróleo, no tiene posibilidad de retorno después de la crisis generada por el estallido de la burbuja inmobiliaria, producto, a su vez, de las imparables inercias del modelo. Ni después del despertar ciudadano que se inicia con el 15M, que en mayo cumple cinco años y que ha sido fermento de Podemos y de Ciudadanos, como reacción. Ni de la Cumbre de Paris.

El nuevo modelo del sector ha de tener como eje la rehabilitación del patrimonio edificado, en particular del parque residencial, con mejoras en las condiciones de habitabilidad y eficiencia energética, que implican nuevos modelos de financiación y gestión (públicos, privados y mixtos) e innovadoras maneras de utilización y disfrute de las viviendas y del espacio público. ¿Serán capaces el PSOE, Podemos, Ciudadanos e IU de atender a la ciudadanía que se expresó el 20D y formar gobierno con un programa básico para afrontar este reto y otros urgentes al servicio de las personas?