La vendimia se ha adelantado unos diez días de promedio en la comarca del Penedés. Este es solo uno de los aspectos de cómo el calentamiento global se ha convertido en una realidad a la que ya hacen frente desde el sector productivo vitivinícola. La subida de las temperaturas aumenta los compuestos fenólicos „que intervienen el color de los caldos„, reduce los aromas, modifica la acidez e incrementa los azúcares, «un aspecto fundamental que puede afectar la tipicidad de nuestros cavas», comentaba Xavier Vidal hace unos días en un diálogo organizado por el Ayuntamiento de Sant Sadurní d´Anoia i la Xarxa de Ciutats i Pobles cap a la Sostenibilitat de la Diputació de Barcelona. Vidal, director de la Escola de Viticultura i Enologia Mercè Rossell i Domènech, apuntaba algunas de las inicativas que se pueden llevar a cabo para reducir el impacto térmico: avanzar las podas, apostar por variedades más tardías, elevar las cepas, incorporar el riego, hacer formaciones en vaso y, en última instancia, ascender en altitud las viñas. Por su parte, el sector empresarial ha comenzado a implicarse en este reto ambiental. El ejemplo pionero es el compromiso de Bodegas Torres por «reducir un 30% las emisiones de CO2 por botella, de 2008 a 2020, que supone un esfuerzo en nuestros procesos y también la exigencia a los proveedors», explicaba el técnico de Cambio Climático, Albert Bel.

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