Arfonzo, no te acuerdas. No te acuerdas de cuando en los 70/80 tú eras Errejón. Los bienpensantes decían de ti lo mismo que hoy proclamas contra «esos chicos» de Podemos. Tú eras entonces uno de «aquellos chicos» que no vestían de acuerdo a los protocolos y que decías cosas que escandalizaban a los predicadores de la estabilidad y de la seguridad. Metías miedo a la carcundia y te divertías por lo fácil que te resultaba hacerlo. Entraban a todo, como ahora con Podemos. Eras el coco del Abc y compañía, donde ahora te adoran. Ellos, los del búnker, tenían el reloj parado y tú ibas montado en la manecilla de un minutero que avanzaba inexorablemente hacia el futuro. Controlabas tu tiempo. Y si te quedabas corto, los tuyos te gritaban: «Arfonzo, dales caña».

Eras el manitú de la tribu, de una nueva tribu. Y creabas el pánico entre la gente de orden. Algunos políticos del régimen que declinaba se escandalizaban también „como tú haces ahora ante los de esta generación„ frente a tu insolencia, tu prepotencia, tu actitud retadora. Hablabas con la suficiencia de quien sabe que está entonado con el personal y los que te atacaban se limitaban a hacer el ridículo. ¿Cómo es, entonces, que un hombre como tú, a quien se le supone „tal vez demasiado generosamente„ una inteligencia por encima de la media de la clase política convencional, no sabe leer las claves de su tiempo?

Cuando llegaste a la política, Arfonzo, eras para el establecimiento de entonces lo que ahora los de Podemos para ti: unos advenedizos, impertinentes, irresponsables, faltones y desconsiderados. Decían de ti que eras un mediocre licenciado que pretendía construir su biografía como director de teatro de obras que nadie vio, y que el primer sueldo que ingresaste fue en la política, como el último, el día 31 de enero. Toda la vida de gañote. Tu teoría de los descamisados era tachada de demagógica, como ahora algunos de los clichés de «esos chicos» de Podemos, y hasta en tu partido se rieron de ti cuando apelaste a la «ley de hierro de los sueldos» de David Ricardo, ya en una etapa en que el PSOE había mostrado todo lo que podía dar de sí como partido de izquierdas.

Tú eras un puto radical „un falso radical, pero útil para asustar a las abuelas„, reconócelo, Arfonzo, hacías el papel de contener a los descontentos con Felipe, que se iba para la derecha en cuanto lo dejabas solo. Es verdad lo que dices, pues yo tampoco entiendo que para ser de izquierdas haya que defender a regímenes dictatoriales o autoritarios, pero recuerda lo que decían de vosotros entonces y después. Felipe fue íntimo de aquel espadón de Panamá, Torrijos, y en Venezuela defendió hasta la extenuación a Carlos Andrés Pérez, probablemente más corrupto que Chávez, Chaves y Maduro juntos. Y a Craxi y a Pujol y a tantos otros.

Perteneces, Arfonzo, a una de las generaciones que, como la mía, nos prometimos en nuestra juventud que no amonestaríamos a los jóvenes, cuando fuéramos mayores, con las mismas monsergas que recibíamos de nuestros educadores más recalcitrantes, muchos de ellos atemorizados y acomodados por la imposibilidad misma de respirar en libertad. Tú y todos los que peinamos canas observamos a una buena parte del fenómeno Podemos con escepticismo y cierta ironía, pues en el fondo reflejan nuestra impertinencia „ay, ya perdida„ de los tiempos de esplendor en la hierba. Pero lo peor es darles la razón si reaccionamos ante ellos como los previsibles carcas que en el fondo ya somos. Es patético que reproduzcamos el papel de maestrillos y les demos la paliza de los tiempos de nuestra mili.

No significa, Arfonzo, que tengamos que someternos a sus contradicciones y derivas o que dejemos de denunciar lo que nos incordie intelectualmente, como hemos de observar con el resto de las fuerzas políticas; se trata, simplemente, de no hacer el ridículo y, sobre todo, de respetarnos a nosotros mismos, a lo que fuimos, tan ingenuos, tan temerarios y tan adanistas como ellos. ¿Qué te voy a decir a ti, que eres viejo santón de un partido, en otro tiempo en vanguardia de la sociedad, al que hoy no sólo le asusta Podemos sino su propio secretario general, Pedro Sánchez, al que veis demasiado lanzado?

Guerra, coño, acuérdate de quien fuiste y mírate ahora, a ver si te estás convirtiendo en un gruñón. Despierta, mira y goza. La vida sigue. ¿O es que no lo ves?