El Boletín Oficial del Estado publicaba la semana pasada una ley de la Generalitat Valenciana para que comiencen las emisiones de la Radio Televisión Valenciana. Parece que la norma establece un plazo de dos meses para que se puedan empezar a hacer las primeras emisiones en prueba. La ley es de finales de diciembre, aunque ahora es cuando la publica el BOE, pero su entrada en vigor, en cuanto a fechas se refiere, es la de los últimos días del pasado año. Por tanto, nos encontramos más cerca de que la televisión valenciana pueda volver a entrar en nuestras casas. Bienvenida sea.

Sin embargo, con la experiencia ya adquirida habría que tomar las medidas necesarias para que no se puedan volver a repetir situaciones como la anterior: déficit incontrolado, fuerte deuda, excesivo número de puestos de trabajo€ y así una larga lista de desmanes que llevaron a que esa televisión no fuera competitiva.

No cabe la menor duda de que las cosas pudieron hacerse de otra manera. Un cierre de esas características nunca debió permitirse por parte del Gobierno valenciano, a pesar de ser una orden que provenía de Madrid y que fuera el experimento para ver si se podía trasladar a otras comunidades con entes en condiciones económico-financieras muy similares e incluso algo peor.

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, se equivocó y existían otras posibilidades antes que cerrar un medio de comunicación que daba servicio a más de cinco millones de habitantes. No parecía, ni parece, admisible que los recortes fueran tan drásticos como para llegar a situaciones de ese calibre. Se podría haber hecho de otra manera y haber negociado nuevas condiciones, tanto para los empleados como para los proveedores. Incluso, se podría haber privatizado una parte del capital, manteniendo, si así se deseaba, el control político, tal como se ha hecho en otras empresas públicas. Es evidente que el cierre era la última solución al problema. Efectivamente, muerto el perro se acabó la rabia, pero fue desmesurado llegar a una solución así.

Una comunidad como la valenciana, que ha sabido poner la lengua en su lugar sin ningún tipo de dramatismos y que ha estado a la altura de las circunstancias, a pesar de muchos de sus políticos, no ha merecido un castigo tan duro. Las urnas ya han dado el castigo correspondiente a esos desmanes y ahora solo falta que la cordura sepa poner en su lugar a este medio de comunicación que es un vehículo para la cultura, la lengua y para colocar a la Comunitat en el lugar que le corresponde.

Tal como se establece en el preámbulo de la ley se trata ahora de «asentar las bases para preparar el nuevo modelo de los medios de comunicación audiovisuales públicos autonómicos, en el marco de la promoción y defensa de la identidad, la lengua y la cultura de nuestro pueblo, al mismo tiempo que expresar la legitimidad y la capacidad del pueblo valenciano para dotarse de los instrumentos necesarios para ejercer su autonomía política y crear medios de comunicación audiovisual propios (como son la radio, la televisión y los servicios audiovisuales y de la sociedad de la información) que sirvan para profundizar en el conocimiento, el fomento y la difusión de la lengua y cultura valencianas en el ámbito de la información y la comunicación, y al mismo tiempo se conviertan en elementos fundamentales para la vertebración de nuestra comunidad». Confiemos en que la nueva ley, ya en vigor, sirva para mejorar la convivencia y aumentar la cultura valenciana en nuestro país.