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Parábola de los talentos

La colonización cultural es así. Ya no hace falta traducir Got talent para saber de qué va el programa, por extraño que suene en valenciano Vaso talento. Dice la sabia Wikipedia que este invento de Simon Cowell ya tiene más de 50 versiones televisivas en todo el mundo. Puede que no les diga nada el nombre de su creador, pero están hartos de verlo en Youtube como el tipo duro del jurado que más sorpresa gesticula cada vez que se produce el milagro: sale alguien al escenario con pinta de no saber hacer la o con un canuto y al abrir la boca se la cierra a todos con una voz prodigiosa.

¿Se acuerdan de Susan Boyle? Su aparición en el programa original británico la catapultó a vender más de 16 millones de discos y sumar más de 200 millones de visitas al vídeo en la red. Y no, no ganó. Quedó segunda y, como a Bisbal, le ha ido mejor que al ganador. Ese es el Santo Grial buscado (no saben que está en la catedral de Valencia): el milagro oculto del talento escondido en apariencias anodinas y engañosas. La primera versión de este programa fue en Cuatro en 2008, con Nuria Roca a los mandos, Miqui Puig de jurado y título en lengua cervantina. Tienes talento tuvo que competir con Telecinco, que contraprogramó con Tú sí que vales. Si no era lo mismo lo parecía sospechosamente, porque así eran las cosas antes de que las dos cadenas se hermanaran en Mediaset. Ahora es la apuesta de sábado noche en la casa de Sálvame Deluxe y GH VIP, que se ha decidido por un formato para toda la familia, bien escaso en la cadena. Y no solo eso: ha echado tanto el resto en la apuesta que ha colocado a sus Vázquez, Jesús y Jorge Javier, al otro lado de la mesa, como jurados del concurso junto a Eva Hache y la bella Edurne. El conductor es Santi Millán, certificando que de talento, al menos en el apartado de presentadores, van sobrados.

JOYAS Y BARRO. Pero no es oro todo lo que reluce y, para que brille el talento, el casting esconde joyas entre el barro del friquismo. Para eso sacan a escena gente mayormente esperpéntica que hace el ridículo en diferentes disciplinas: imitador de ladridos, pseudocantante, clon de Heidi, bailarín de Bollywood o un presunto campeón de eructos de Borriana que fracasa estrepitosamente ante las cámaras. Ellos ayudan a que valoremos convenientemente al niño que canta como los ángeles a dúo con Edurne, al atlético adolescente que salta con una pierna amputada, a los bailarines de hip-hop de la tercera edad o al mago que deja boquiabierto al escéptico Jesús Vázquez. En el juicio final televisivo nadie podrá acusar a Telecinco de no haber multiplicado sus muchos talentos para el casting.

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