La nueva Generalitat Valenciana esta haciendo exhibición, lo que es muy de agradecer, de un nuevo estilo de gobierno que busca el contacto directo, el cuerpo a cuerpo, con la ciudadanía. El cambio tiene enorme aceptación en un contexto social en el que durante largas legislaturas se ha ignorado formalmente a todos los órganos de participación reduciéndolos a su mínima expresión, vaciándolos de contenido o pervirtiendo sus funciones. Por su parte, la sociedad civil y sus organizaciones han sufrido un ninguneo brutal al que eran condenadas en el momento en que ejercían cualquier tipo de iniciativa reivindicativa ante la completa inacción a la que se enfrentaban. Cualquier denuncia o protesta las colocaba en un territorio remoto y olvidado, donde los responsables institucionales no aparecían jamás.

El empeño en visualizar la existencia de un giro radical ante una trayectoria tan rechazable está llevando a la multiplicación de encuentros y convocatorias. Su objeto parece ser, en principio, no sólo la exposición de proyectos y la recogida de información, sino el interés por hacer patente esa predisposición a ser una Administración abierta, transparente y participativa.

Las asociaciones de mujeres han contado con llamamientos desde administraciones diversas y responsabilidades políticas de diferentes ámbitos como la Conselleria de Justicia, Administración Pública, reformas democráticas y libertades públicas, la Consellería de Igualdad y políticas inclusivas, la Dirección General de la Mujer, la Diputación de Valencia€ Todas ellas han contado con la presencia de numerosas entidades, organizaciones y mujeres que han atendido el llamamiento y prestado mucha atención al mensaje, desde la esperanza, todavía inmaculada, de presenciar el cambio de modelo indispensable para que las reivindicaciones por las que tanto han luchado puedan hacerse realidad.

Llamarlas es un gesto inteligente, ya que cuentan con un capital de paciencia acumulado durante largos años y son optimistas cómo solo pueden serlo quienes han sobrevivido a un largo éxodo por el desierto. Aportan energía positiva en grandes cantidades y experiencia en la construcción de proyectos de mayor o menor calado, capaces de transformar la realidad porque así lo han hecho en las peores condiciones. Por eso está muy bien hablar con ellas. Pero, sobre todo, hay que trabajar con ellas y desligarse de estilos paternalistas que imponen tutelas sustentadas en la soberbia del poder. Y para eso, es conveniente también conocer a las interlocutoras, investigar sus redes internas, sus cauces de comunicación, respetar sus tiempos y averiguar sus prioridades.

El tejido asociativo de las mujeres en el País Valenciano es rico y diverso. Es generoso y activo. No es uniforme, ni monofocal. Hay asociaciones feministas de larga tradición cuya actividad ha menguado con el tiempo pero que sintetizan una experiencia de obligado aprovechamiento. Otras que realizan funciones de apoyo jurídico o psicológico que fueron esenciales cuando los poderes públicos hacían completa dejación de sus funciones. Muchas que no superan un ámbito local muy reducido, pero que son referentes insustituibles en sus pueblos y ciudades. Hablen con ellas, pero no se olviden de ninguna. Desde luego, no limiten su empeño a las de capital, sino que hagan un esfuerzo por conocer y contactar con las de pueblos y ciudades cuyo nombre quizás les sea desconocido, pero que han hecho un trabajo excepcional a pie de calle, en solitario y a fuerza de coraje e imaginación.

Nadie debe sentirse excluida, sino, al contrario, merecedora del respeto de una Administración donde, por fin, han llegado las mujeres que van a ejercer el feminismo y la sororidad como las herramientas transformadoras que son, capaces de dar respuesta a los conflictos que comprometen nuestra calidad de vida. De los nuevas gobernantes se espera que ocupen sus despachos sin olvidar la lección aprendida, la que enseña que solas, aún con la euforia del poder, no conseguirán los cambios estructurales a los que se aspira, si no se dejan acompañar por quienes iniciaron el camino mucho antes y están con la mano tendida.