Los mapas del tiempo en los espacios meteorológicos que siguen a los telediarios suelen sacar mapas e imágenes que se corresponden con la situación en la troposfera, que es la capa más baja de la atmósfera y donde normalmente se producen todos los fenómenos atmosféricos. No obstante, lo que ocurre en capas superiores, sobre todo la estratosfera, también influye en el devenir meteorológico; principalmente en el hemisferio norte y a mediados o finales del invierno meteorológico. Nos referimos a los calentamientos súbitos estratosféricos, en adelante CSE, un fenómeno que aún se encuentra en fase de estudio científico, pero que se piensa que en ocasiones tiene gran influencia sobre el comportamiento de las borrascas y anticiclones en nuestras latitudes a través del frente polar o Jet Stream, como parece ser que ha ocurrido en este invierno.

Al permanecer en la oscuridad en el círculo polar ártico la estratosfera experimenta durante gran parte del invierno temperaturas muy frías, que permiten fortalecer la dinámica zonal de la circulación de borrascas del hemisferio norte, esto suele implicar en nuestro entorno anticiclón invernal y grandes borrascas en las Islas Británicas y norte de Europa. Esta dinámica monótona, que no obstante en nuestro hemisferio presenta variaciones notables, -las cuales no tienen por qué ser debidas a los CSE- es la tónica general del hemisferio sur, incluso fuera del invierno, dado que la circulación predominante es siempre la zonal, con vientos predominantes de Oeste a Este. Gracias a esta comparación podemos saber cuál es el factor diferencial entre ambos hemisferios: los accidentes geográficos. Debido al rozamiento con la superficie terrestre el viento se desvía de su trayectoria habitual conformando meandros como si de un rio se tratara, obviamente cuanto mayor es el obstáculo mayor es la influencia. Se considera que las Montañas Rocosas son una de las principales causas de alteración del flujo de oestes y que el Himalaya también tiene un papel muy importante en la formación de CSE. Y es que curiosamente los CSE, que luego determinarán la meteorología del hemisferio norte, se generan por la propia configuración de los meandros que conforman las ondas planetarias del frente polar en la troposfera, así la influencia troposfera-estratosfera es mutua. Su importancia e influencia de vuelta hacia la troposfera, además, depende de factores como El Niño, la Oscilación Quasi-Bienal (QBO) e incluso del ciclo solar. Lo que aún complica más el estudio del fenómeno.

Lo que parece bastante claro es que este año la dinámica anodina de circulación zonal de pon­­ientes se ha roto a mediados de febrero en parte gracias al fenómeno del CSE. Siendo la estratosfera, con unas temperaturas anómalamente altas, la que han ralentizado la circulación permitiendo que los meandros de la misma nos afecten y sintamos por fin los efectos del invierno.

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