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Riesgo de sobredosis

Sin las Navidades no existiría la etapa yerma de la cuesta de enero, sin ésta no existiría el Carnaval, sin éste no existiría el período denominado Cuaresma, tan extraño a la cultura laica actual, y sin la Cuaresma no existiría el lapso, hoy más de asueto que religioso, llamado Semana Santa. Podríamos seguir hasta completar el año, pero lo anterior basta para dar cuenta del ciclo de fases alternas de trabajo y cierto relajo festivo en el que hacemos vida, gracias al que el tiempo no es una interminable y anodina sucesión de días. O sea: para que el cuerpo se sienta vivir tenemos necesidad de una droga blanda pero muy adictiva llamada cambio, que al final no es otra cosa que un mandato de la naturaleza de la que formamos parte, y que también hace su vida así. El mono que provoca la abstinencia de droga de cambio se llama tedio. Ocurre hasta en política, y ahora estamos en pleno chute.

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