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Matías Vallés

Rita Barberá salva al PP

Los vicesecretarios han abierto una brecha en el búnker. La sangría ha funcionado, el enfermo despierta del sopor gracias a la cirujana de hierro de la derecha española. Algún día se erigirán estatuas a Rita Barberá en todas las sedes del PP.

El examen retrospectivo de estos tiempos encrespados fijará el punto de redención de la derecha española en la rueda de prensa de Rita Barberá. Falla de sí misma o ninot de Boadella, la senadora salvó al PP. La mujer que delegaba demasiado recurrió a un argumento popularizado por su amigo Jaume Matas en el «hágase», y ya se sabe cómo acaban estas vaguedades al introducirlas en la centrifugadora judicial. Su excusa de que donó mil euros altruistas al mismo tiempo que sus compañeros lavaban cantidades de mil euros sucios, debería estar prohibida en horario infantil. El discurso y la escenografía no pertenecen a otra época, sino a otra glaciación.

Perdone, entonces, ¿qué favor le ha hecho Barberá al PP? Tranquilos, que ya llegamos. Tras el sainete arnichesco de la infanta de Valencia, Mariano Rajoy concluyó que «estoy más tranquilo». Establecía así una marca asombrosa, porque nadie imaginaba que el presidente en ficciones podría superar su techo de tranquilidad. Al contrario, la senadora le aterroriza tanto como Luis Bárcenas, y por las mismas razones económicas. Sin embargo, y aquí estalla la labor «salvífica», los vicesecretarios decorativos de los populares se enfrentaron por vez primera a coro a la doctrina oficial.

Javier Maroto y Pablo Casado „sin olvidar a Fernando Martínez Maíllo„ tacharon de deficientes las supuestas explicaciones de Barberá sobre la corrupción de los otros partidos. La gestualidad de los vicesecretarios iba más allá de sus palabras. Transmitían su irritación ante la burla de la exalcaldesa de Valencia, la indisposición a aceptar unas declaraciones falsuzcas por ponerlo suave. Tampoco ellos han actuado por altruismo, sino porque la locura desatada en el partido antes hegemónico amenaza sus embrionarias carreras políticas. No importa, el egoísmo mueve el mundo desde Adam Smith.

Los vicesecretarios han abierto una brecha en el búnker al interpretar una discrepancia convincente, que ahora disimularán con cantos impostados al líder providencial. La sangría ha funcionado, el enfermo despierta del sopor gracias a la cirujana de hierro de la derecha española. Algún día se erigirán estatuas a Rita Barberá en todas las sedes del PP. Si la sobrevive.

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