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Hipnosis exprés

Ni los magos ni los hipnotizadores son lo que eran y en la tele, menos aún. A Jeff Toussaint, más que caer en estado de inconsciencia, sus hipnotizados se le desploman. Olvídense del péndulo y los trámites. La nueva estrella de Antena 3 tiene superpoderes y apenas necesita dos segundos para que su víctima esté dormida, inconsciente o sin voluntad propia. Casi ni les mira y ya han caído en sus brazos y los de Morfeo. A partir de ahí, a echar unas risas a su costa. 1, 2, 3, Hipnotízame es el nombre del programa, de la factoría televisiva de Pablo Motos y dirigido por Jandro, el mago valenciano habitual de El hormiguero. Él lleva el peso de las bromas y es quien más gracia tiene, que para algo manda. A Manel Fuentes lo deja como presentador más bien secundario, tanto que se habrá ido a casa deseando que a la próxima lo hipnoticen para ganarse el sueldo.

La velocidad y facilidad con la que los hipnotizados entregan su voluntad a Toussaint merma la credibilidad del espectáculo, pero es innegable que tiene momentos divertidos. La fórmula pasa por llevar un montón de famosos a plató y ponerlos en apuros bastante amables, casi de Inocente, inocente. A David Bustamante le quema el micro y olvida la letra, mientras Manuel Díaz, El Cordobés, se muere de risa en una entrevista con Nuria Roca. Y a Mario Vaquerizo lo duermen más veces de la cuenta solo para que calle o esté quieto, porque incluso hipnotizado sobreactúa por encima de sus posibilidades.

Se supone que estamos ante un programa familiar, aunque algunas de las mejores bromas juegan con el tono picante poco infantil. Sergio Fernández, El Monaguillo, se despierta en la cama de una señora que podría ser su madre y le dice que está hecho un toro «rompecaderas». Por la cara que pone y el recuerdo de Resacón en Las Vegas, él sí parece estar en un trance. Lo mismo que un elegido entre el público, que ha resultado ser un extra habitual de la tele y ha despertado suspicacias de tongo. Al presunto hipnotizado le hacen olvidar que ha venido con su mujer al plató y le dan a elegir pareja entre ella y una modelo de escote generosísimo. Como tantos chistes machistas, la situación tiene gracia aunque la broma sea de dudoso gusto.

IMPOSIBLE. Al acabar el programa nos aumenta la duda sobre los poderes del hipnotizador. A la humana incredulidad se une el reto interruptus de la noche: lograr que Enrique San Francisco aborrezca la cerveza. Sin contarnos por qué, lo dejan durmiendo a pierna suelta en un sofá y despiden el programa sin someterlo a su prueba de fuego. Solo se me ocurre la explicación más obvia: lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible.

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