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Seis siglos en acción

Cientos de niños compiten estos días en el concurso que premiará a los mejores intérpretes de «Miracles», y admira verlos a todos poniendo en pie estas piezas de un teatro popular rebosante de vitalidad. La fiesta de San Vicente Ferrer que celebraremos el lunes viene rodeada de sus «Miracles» escenificados y ha sido precedida por los nombramientos de la Honorable Clavariesa y las de los distintos Altares tradicionales. En uno de los más antiguos, el de la Asociación de la calle del Mar, su Clavariesa Mayor, M.ª Dolores Boronat, contó como mantenedor con José Ignacio López Guasp, director del Colegio Imperial de Niños Huérfanos de San Vicente Ferrer, quien „a petición de la propia María Dolores„ dedicó la parte central de su disertación a dicho colegio.

Vicente Ferrer, gran santo y gran hombre europeo, se adelantó a su tiempo y, según afirmó López Guasp, «si iba a ser recordado pro su predicación y hechos portentosos, más habría de serlo por esta obra, cuya pervivencia a través de más de seiscientos años, es un constante milagro que hoy día continúa todavía bajo su patrocinio». Es muy ilustrativo recoger algunos pormenores ofrecidos por el mantenedor en torno a la institución, tal vez poco conocida por muchos valencianos. Resulta curioso saber que fue el rey y emperador Carlos V quien refrendó los primeros estatutos del colegio en carta firmada el 30 de abril de 1549, de ahí el título de «Imperial» que ostenta el colegio, consagrado desde sus inicios a la acogida y enseñanza tanto de niños como de niñas, marcando así un considerable avance pedagógico en su época.

Su histórica ubicación en la Casa del Emperador (que estuvo situada en la actual calle de Pérez Bayer) hubo de ser abandonada al derrumbarse parte del viejo edificio, y desde entonces el colegio se ubica en San Antonio de Benagéber. Sus alumnos internos „en situación familiar de orfandad o escasos recursos„ son actualmente ochenta y nueve y viven en grupos homogéneos de unos diez, tutelados cada uno por un tutor que ejerce el seguimiento de su proceso educativo. Y conviven a diario con otros niños y niñas de la localidad, recibiendo en régimen concertado las enseñanzas de Educación Primaria y Secundaria. «El colegio „dijo López Guasp„ optimiza al máximo los recursos públicos y privados, afrontando las dificultades que conlleva la coyuntura actual. Pero esa labor apasionante mantiene viva una realidad valenciana que nos hace mirar con orgullo nuestra historia y nuestro presente, y que encara ya su séptimo centenario de existencia como el más gran milagro de nuestro santo patrón».

El director del Colegio Imperial de Niños Huérfanos de San Vicente Ferrer logró que su discurso nos aproximara a la que probablemente es la institución educativa de mayor antigüedad y honroso abolengo, en la que pervive la huella de su excelso fundador.

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