¿Qué ha pasado en los teatros municipales que han perdido a su público? Desde hace ya unos cuantos años, y coincidiendo con la crisis económica y los recortes generalizados, los espectadores de los teatros municipales han ido disminuyendo progresivamente. Teatros auditorios con aforos de 400 ó 500 butacas, incluso con menos, ofrecen una imagen triste por la carencia de público cada vez que programan espectáculos teatrales en los que no existe una figura o figuras televisivas que tengan un gran tirón comercial, cosa que no sucede con frecuencia debido los presupuestos tan limitados con los que cuentan.

Las causas, los factores, pueden ser varios. Los enumero: la competencia con la televisión (la comodidad de estar en casa), la apatía generalizada por la crisis, la proximidad con la capital y su diversa oferta cultural, una programación poco atractiva debida a los recortes presupuestarios en cultura, la falta de fidelización del público, los pocos recursos para anunciarse más y mejor, entre otros.

Aún recordamos cuando el público casi agotaba las entradas que se vendían de forma anticipada, las colas en las taquillas, la programación con funciones dobles para cubrir la demanda. Qué tiempos aquellos en los que los vecinos de la ciudad de Valencia acudían a los teatros municipales de Quart, Aldaia o Xirivella, por ejemplo. Un público que circulaba por sus salas llenándolas de humanidad y de alegría. Los mejores tiempos del circuito teatral valenciano indudablemente. Buenos precios y excelente programación.

En la actualidad, los grandes teatros de auditorios municipales solo se llenan en contadas ocasiones, en las presentaciones falleras o en actividades propiamente locales, no necesariamente teatrales. No obstante, la cantidad no debe obsesionarnos, la calidad de la experiencia vivida por los espectadores es lo importante, no el número que los que fueron. No hay comparación alguna entre la masificación de los eventos futbolísticos (y sus precios) con el aforo reducido y cualitativo de un teatro.

Pero algo se deberá hacer en los teatros municipales para consolidar el público, aumentarlo y renovarlo. Es tarea de todos poner en valor la riqueza del teatro, los programadores y programadoras, las compañías, los autores, las autoras, los actores, las actrices, todos formamos parte de la misma empresa y tenemos la responsabilidad de mantener vivo este arte que sin el público no existiría. El teatro es más necesario que nunca para rescatar al ser humano en su dimensión de persona, reza una buena cita.

Un síntoma de la vitalidad y adaptación de teatro a los tiempos que corren lo tenemos en las numerosas salas (o mini salas) con aforos reducidos que hay en la ciudad de Valencia, el teatro representado en domicilios particulares, en habitaciones de hotel, en terrazas, etcétera.

Hace tiempo publicaron diez razones científicas por las que el teatro es bueno para la salud. Solo subrayaré una: la cultura puede ser la clave de la felicidad. El teatro es peor lleno que con unos cuantos que no están en la masa, esos cuantos que no fueron al estadio, que no se quedaron para hacer la digestión conectados a la televisión, que están en la fiesta viva del hecho artístico. (Luis de Tavira, director de escena y dramaturgo).