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Alianza editorial

Apenas comenzar la Fira ya me había caído encima el peso de unas bodas de oro: cincuenta años de Alianza Editorial, el libro de bolsillo cuando casi no había otros que los de Austral, que eran libros ascéticos de letra pulgosa para estudiantes sin pérdida de dioptrías y colores orientativos según género: muy útil. Alianza, en cambio (que tiene, ahora mismo, 3500 libros vivos) además de abrir las colecciones a los campos infinitos de la fantasía, la utilidad o las ideas, se gastaba unas portadas de Daniel Gil que son modelo del género (diez años más tarde, Tres i Quatre, desde Valencia acometería una tarea igual de meritoria), un modelo fundado en el trazo intencional, inquietante y en una recapitulación o insinuación del contenido.

Era 1966, y para entonces Barcelona ya tenía Edicions 62, los americanos su cuadra (en formación) de brillantes becarios (los Solana, Maragall y compañía) y había congresos de cultura que los antidisturbios cerraban con brillantez mediante una reivindicación de Hobbes y la majestad de la tranca y como ya les conté, salía «La regenta», de Clarín, tras una dormición de 30 años. Todas estas cosas nos las contamos „con su poquito de nostalgia„ la directora editorial Valeria Ciompi y un servidor. Alianza fue devorada por Anaya y Anaya por Hachette, aunque el precio de los libros mas delgados mantiene la paridad con la entrada del cine (de estreno) así como el precio de la Turia se equipara al de la empanadilla.

Alianza, como El País, fueron criaturas de José Ortega Spotorno, padre de muchas tribus a quien celebro cada vez que me encuentro con los Melville, Kafka o Caroll de mis libros de Alianza manchados de tiempo, café y cutis graso. Para celebrar el medio siglo, 16 recuperaciones en dos tandas (con «La Ilíada» y «La Odisea»). En estas, que se acerca, también Jesús Ruiz Mantilla, que ha ganado el premio de novela Fernando Quiñones por «Hotel Transición» (Alianza). Glosaba Borges los méritos como narrador de Quiñones y lo hizo con una ironía muy porteña: «A la literatura española le hacen falta muchos Quiñones».

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