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A vueltas con los Docks

Está planteado el futuro del edificio de los Docks del puerto, una obra inconclusa de Demetrio Ribes. El entramado entre la propiedad de este almacén singular, el concesionario que todavía tiene vigente un contrato, y la empresa a la que lo alquilaba por un pingüe beneficio, ha impedido hasta ahora tomar una decisión definitiva, aunque hay propuestas desde hace años. Alguna pudo aprovechar la Copa del América (la 32) y no lo hizo porque se había adelantado quien tenía información confidencial, sin duda, y quien podía obtener el leasing.

Queda reciente la polémica por la propuesta de una empresa extranjera para hacer un casino, un hotel y no sé qué más, que el Ayuntamiento de Valencia desestimó al provenir los avales de un paraíso fiscal. Se parece al resultado del proyecto que el Gobierno tumbó en Madrid y que defendían Ignacio González y Esperanza Aguirre. El dinero no parecía muy limpio y las exigencias se saltaban las leyes españolas a la torera. Todo en nombre de la pasta.

En este momento, desde alcaldía, han señalado que tienen dos propuestas, que pasan por rescatar primero la concesión todavía vigente y luego destinar el espacio a otros usos, autorizando diversas obras de reforma que serían imprescindibles (las que se han hecho con anterioridad son reversibles, espero). No es que no sea posible intervenir en un edifico de un gran arquitecto, siempre que no se dañe su personalidad, su perfil, y que lo que se añada no implique que lo desfigure y se diferencia claramente. En algún caso la parte nueva, como en la Tate Modern, ha consistido en un acierto y en otros ni cumple la función ni mejora, como en el caso de la intervención de Jean Nouvel en el Museo Reina Sofía de Madrid.

No he visto ni oído que el consistorio municipal se plantee considerar la posibilidad de instalar el Museo Marítimo, que ha estado veinte años colgado en el alero, o si tiene mejor propósito para este objetivo, cuyos fondos y materiales „provenientes de donaciones„ tiene almacenados, no sé si en buen estado, y para el que el Consell Valencià de Cultura hizo varios proyectos y muchas reuniones y comisiones de estudio, sin llegar a influir para nada en las autoridades que tomaban las decisiones y que sorprendentemente eran de su cuerda. ¿Cuándo se ha descartado? Posiblemente, ante las arecas exhaustas del municipio, ni se ha entrado a analizarlo.

Este magnífico edificio inconcluso, cerca de las Atarazanas, que sí que están restauradas, aunque ocultas tras un edifico horrible, y la antigua estación de tren del Grau, la más antigua en pie de España „y que sigue sin restaurar„ a pesar de formar junto a los tinglados del puerto un conjunto interesantísimo, que recorre toda una época de progreso técnico y comercial y que merece visitarse como un itinerario que da fe de la fachada marítima de la que tanto se alardea. Ya sabemos que ni la dichosa competición de vela ni la F1 fueron favorables, y que sus restos desfiguran todavía los inmuebles y dificultan los accesos. Por ello, un plan de rescate ha de mirar el conjunto y ligarlo a los dos barrios en los que están enclavados, mejorando sus servicios y revirtiendo cara a los ciudadanos primero y al turismo como fuente de ingresos. Esta es una ciudad del comercio y el transporte y puede dar lugar a un foco de vida y de empleo más allá del sol y playa, que dan mucho de sí.

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